Opinión

El PES

Escribir o no escribir, esa es la cuestión, sobre el programa electoral de Sánchez (PES). Se trata de una duda «hamletiana», que me preocupa. Si no escribo sobre el asunto, parece como si no estoy al tanto de la actualidad, pero, si escribo, contribuyo a dar notoriedad a la potente campaña de imagen que puso en marcha a finales de julio el presidente del Gobierno en funciones. Comenzó con las reuniones con diversos colectivos, después vino una pausa y, a continuación, más encuentros con organizaciones, para terminar en el multitudinario acto que tuvo lugar ayer, con Sánchez de protagonista y los representantes de estos colectivos y asociaciones, que le habían planteado sus peticiones, de comparsas o actores más que secundarios, según el guión diseñado, se supone que por Iván Redondo. El mensaje a los de Unidas Podemos fue muy claro: esto es lo que hay, sale de la sociedad civil, y vosotras y vosotros veréis si estáis conmigo y con la sociedad civil o, por el contrario, os situáis en contra. «Allá tú, Iglesias», vino a decir Sánchez. El catálogo de 370 medidas que componen el documento del PSOE, denominado «programa común progresista», recoge una serie de propuestas cargadas de buenos propósitos que solo tienen un problema de base: ¿de dónde va a salir el dinero para financiarlas con los nubarrones que se atisban? Desde el Gobierno en funciones se vienen obviando las señales de alarma que mandan los indicadores económicos. La última se conoció ayer mientras el inquilino de La Moncloa hablaba: 231.000 cotizantes menos a la Seguridad Social en agosto. ¡Casi nada!