Opinión

Valores permanentes

Por fin estuvo por aquí Billie Eilish, la interesante última sensación de la música popular anglosajona. Ya les digo de entrada, con toda confianza, que si ustedes tienen cierta edad y un pasado aficionado a estas cosas, el interés no será tan grande como para no poder prescindir de ella. De ninguna manera les cambiará las vidas ni el gusto; no da para tanto. Si la traigo a esta biblioteca es porque tiene algunos aspectos que vale la pena considerar. Para empezar, niega que cantar sea únicamente gritar, cosa que en los últimos años parecía haber olvidado todo el mundo. En la época de mayor desarrollo técnico de la captación y ampliación de sonido ya no es necesario andar musicalmente a gritos. El timbre personal puede retransmitirse mejor que nunca y ser más expresivo que el simple pulmón. Billie tampoco piensa, por muy joven que sea, que el pop tenga que centrarse solo en los aspectos románticos y luminosos de la vida. Es como si Pippi Langstrump se hubiera cruzado con Kurt Cobain.

No es tan raro. Hay toda una tradición en el pop de interés por los sentimientos lúgubres y oscuros (los «siniestros» de los ochenta, los «emos» de los noventa, etc.) y Eilish lo que hace es ponerla al día con óptica femenina. Hay, pues, una línea subterránea de valores permanentes. Parece claro que las próximas innovaciones de la música popular vendrán inevitablemente cuando aparezca el Hendrix femenino o el Dylan femenino, que lo harán. Será muy interesante lo que nos cuenten esos casos venideros.

Estamos tan ufanos de las técnicas modernas que suponemos como fenómenos nuevos cosas que ya han pasado y que no es mi mejor ni peor que necesariamente vuelvan a repetirse. El final de series como «Juego de Tronos» o de «Supervivientes» congregó una gran expectación en torno al suspense de su episodio final. Pero eso ya había sucedido antes. Yo lo presencié de pequeño en la televisión en blanco y negro: todo el país se quedó paralizado para saber si, en el episodio final de la serie «El fugitivo», David Janssen capturaba a El Manco, el malo de la historia.

De Janssen y El Manco ya nadie se acuerda. Eilish, en el fondo, está luchando contra lo banales y olvidadizos que somos.