Opinión
El BCE pincha
Una de las medidas más contundentes que adoptó el Banco Central Europeo en su reunión de la pasada semana fue la de implementar una nueva ronda de TLTRO, es decir, operaciones de refinanciación a largo plazo enfocadas a alcanzar un objetivo determinado. Mediante este instrumento, el banco central otorga a las entidades financieras privadas hasta el 30% de los fondos que necesitan para incrementar sus créditos al sector privado (familias y empresas). Es decir, se trata de una ventanilla orientada a facilitar que los bancos otorguen más préstamos a la economía productiva.
Tan es así que el tipo de interés al que el BCE está dispuesto a otorgar ese 30% de financiación a la banca privada es, en principio, del 0% durante los próximos tres años, pero, bajo ciertas condiciones no especialmente complicada de alcanzar, ese tipo puede reducirse hasta el -0,5%. En otras palabras, los bancos no solo cobrarían de sus deudores por otorgarles financiación (algo del todo razonable), sino también de sus acreedores. Huelga decir que la medida adoptada por el saliente Mario Draghi se esperaba que reanimara una languideciente y estancada economía europea por la vía de estimular el crédito pero, de momento, no parece que vaya a ser así. En la primera subasta de TLTRO (donde los bancos privados han de solicitarle al BCE cuántos fondos desean recibir), el banco central ha pinchado: las entidades de crédito apenas le han demandado unos testimoniales 3.396 millones de euros; calderilla para una economía del tamaño de la Eurozona.
Pero, ¿por qué los bancos no desean recibir financiación para, a su vez, proporcionar financiación a familias y empresas? Al respecto existen dos grandes hipótesis, no necesariamente incompatibles. La primera es que los bancos estén aguardando a que se implemente el sistema de reservas escalonadas. En la actualidad, las reservas que la banca mantiene depositadas en el BCE soportan unos tipos de interés negativos del -0,5%, pero, a partir del próximo 30 de octubre, una parte de las mismas se verá eximida de tales intereses negativos. Bajo esta interpretación, los bancos no habrían acudido a la actual subasta de TLTRO –esperarían a la próxima– para no tener que acumular más reservas de momento y, por tanto, poder ahorrarse el pago durante mes y medio de tal penalización.
Con todo, existe otra posible interpretación: si los bancos no anticipan que familias y empresas vayan a querer endeudarse aun a tipos de interés muy bajos, entonces no hay razón para que deseen captar una financiación que son conscientes que no van a utilizar para nada. Es decir, el hecho de que la subasta de TLTRO se haya declarado prácticamente desierta podría estar poniendo de manifiesto la extrema debilidad en la que se encuentra la economía de la Eurozona.
Esa misma que, teóricamente, la política monetaria expansiva iba a remediar. Pero tal como ya nos advirtieron los clásicos, «se puede llevar el caballo al río pero no se le puede obligar a beber». Y, en este caso, el caballo de las familias y empresas no desea beber en el río del endeudamiento del BCE.
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