Opinión

Verdad y pelota

Es curioso cómo a los seres humanos nos cuesta aceptar que aquellos congéneres que admiramos por sus habilidades deportivas puedan ser moralmente repugnantes. Nos pasa por razones emocionales, a pesar de que sabemos perfectamente que dar muy bien de patadas a un balón no garantiza estar a salvo de la mediocridad intelectual. Pensar más rápido no es pensar mejor. Ese aserto queda demostrado una vez más al ver las necedades que el futbolista Xavi Hernández ha vertido en el periódico «Ara» en una entrevista que podía pasar por el modelo perfecto de lo que Nabokov llamaba en ruso el «poshlost» o «mediocridad filistea». El futbolista defiende la dictadura de Qatar con la vieja excusa de que allí las cosas funcionan y que es un lugar seguro para criar a sus hijos, no como aquí con nuestra democracia.

El punto fuerte de Xavi Hernández, y por lo que le admirábamos como centrocampista, era saber esconder el balón y esperar el momento adecuado para usarlo según sus intereses. Ahora pretende hacer con la verdad lo mismo que hacía con la pelota, pero eso es ya evidentemente una perspectiva moral de calzón bastante corto. Su tendencia a la lisonja es irrefrenable, en el bien entendido de que el dinero que le paga sale de ese sistema totalitario de Oriente Medio. Es algo que siempre le ha caracterizado. Fíjense bien en su conducta cada vez que viene al Camp Nou: no se deja sin saludar a nadie vinculado a la directiva y los busca para estrechar su mano. Xavi Hernández desea un futuro después de haberse retirado y, a poder ser, un futuro de cierta opulencia. En el Barsa, es uno de los lugares donde podría intentarlo. Sabe que gran parte de la directiva del club está teñida de independentismo y lo seguirá estando. Por eso –consciente de que está hablando para un diario independentista– desentierra torpemente el argumento del derecho a decidir para denostar a la democracia y ensalzar la dictadura.

En Qatar las cosas claro que funcionan, pero evidentemente solo para los que no contradicen al monarca absoluto. Esos son los que Xavi dice que son felices. ¿El derecho a decidir que nos propone acaso es ese? ¿Decidir cómo lapidar a las mujeres y reprimir a los homosexuales? Pues vaya.