Opinión

Fantasía

No es infrecuente entre los seres humanos confundir la fantasía con la imaginación. Podemos encontrar constantes muestras de ese error en nuestra actividad cotidiana. Un ejemplo de cómo diferenciarlas nos lo acaba de poner a tiro, sin ir más lejos, el fantástico logro deportivo que acaba de conseguir Marc Márquez. Ha obtenido su octavo título mundial (una gesta que sería la fantasía de cualquier aficionado a las motos) pero además lo ha hecho de una manera imaginativa y espectacular. Le bastaba con quedar segundo en la carrera del pasado domingo para proclamarse campeón. Pero, yendo segundo, su fantasía le dijo que sería maravilloso rubricar ese éxito entrando en meta en primer lugar. Así que puso toda su imaginación al servicio de esa fantasía y consultó a sus dotes para ver cómo podía adelantar a su rival, consiguiéndolo en la última curva. El éxito fue monumental.
Algo que agiganta aún más la figura de Márquez es que, siendo natural de Cervera y con la que está cayendo ideológicamente en Cataluña, ha sido capaz de mantenerse muy dignamente al margen de cualquier maremágnum político. Un aficionado catalán al motor puede ser constitucionalista o separatista, pero disfrutará igual de Marc Márquez sin que ningún narcisismo de proclamas y gestos fuera de lugar ensombrezca ese disfrute. Ahora que Cataluña está dividida por vanas fantasías administrativas, el ejemplo de Marc es notable y muy de agradecer. Él tendrá sus propias ideas y preferencias, pero piensa que a nadie debe importarle y consigue que a todos nos dé igual, lo cual señala cual es la dirección para la convivencia.
Al fin y al cabo, se sabe especialista en deportes y es toda una lección su contención en temas cuyo lugar para resolverse está en los parlamentos y no en los recintos deportivos. ¡Qué diferencia con esos deportistas que, por acceder a cierto grado de popularidad, piensan que deben enmendarle la plana a Aristóteles y su «Política» a través de pedantes declaraciones! ¡Y que superioridad mental sobre todos aquellos que tuvieron fantasías políticas, pero no tuvieron la capacidad de imaginar la manera adecuada de llevarlas a buen puerto! Fantasear es fácil, imaginar es difícil. Que grande es Marc.