Opinión

Tácticas

Hay muchos manuales del «guerrillero urbano» que enseñan tácticas de ataque y defensa a quienes ejercen la violencia callejera por diversos motivos: ideológicos (entusiastas de una causa, generalmente contra un fascismo genérico y difusamente opresor, o a favor de un fascismo no menos fantasmal); mercenarios (en este caso se trata de muchachos pagados por alguien que tiene interés en crear caos y confusión, y que los dirige desde la sombra), o simplemente por diversión (la relación de los jóvenes, especialmente varones, con la violencia «recreativa» ya ha sido estudiada). Para echarse a la calle «a liarla» se necesita comida, combustible, dinero, explosivos… Los ideólogos de este tipo de violencia recomiendan aprovechar la confusión creada para robar bancos (no iPhones), armerías, proveerse de recursos. Las revueltas urbanas se realizan mediante pequeños grupos dirigidos y coordinados por una o dos personas de mucha confianza entre sí, a quienes se denomina «grupo de fuego». Las acciones que ejecutan son rápidas, agresivas, de ataque y retirada en cuanto se vislumbra peligro de detención por la policía. Hay que preservar fuerzas, mientras se cansa al enemigo. El objetivo es desgastar, desmoralizar y distraer a ese enemigo pintado con facciones oscuras y omnipotentes, malvadas. Porque quienes generan el caos y la destrucción urbana están convencidos de que se hallan del lado del bien y de la verdad en una lucha justa (y desigual) por la libertad: David contra el Goliat del Sistema. Sus armas son, pues, piedras, martillos, mecheros, barricadas inflamables, la capacidad de sorpresa, un conocimiento profundo del terreno que pisan y siembran de destrucción a su paso, mayor movilidad y velocidad que «las fuerzas represoras» de la policía, y el hecho de que no titubean y su servicio de «información» es mejor que el de dicha policía, algo que con las nuevas herramientas tecnológicas de la «dark web» abre hoy fascinantes posibilidades. Suspender comunicaciones y transportes es un objetivo esencial, como destrozar vehículos. Antes, se huía de las peleas frontales. Lanzaban la piedra y escondían la mano, los violentos y sus dirigentes. Ya no hay tanto que perder legalmente. «La guerrilla urbana» no es para indecisos o titubeantes, las «tácticas de calle» son algunas acciones a ejecutar, pero también hay que ser capaz de otras: del sabotaje al secuestro, de la emboscada al terrorismo.