Opinión
Mutar
Las ideologías están mutando. La derecha ya no es prudente, conservadora y pacata: quiere enarbolar también ella las banderas tradicionalmente de izquierdas. Está desmelenada, es gamberra, antisistema. ¿Cómo una opción política que podía reconocerse precisamente por su previsibilidad y seguridad se ha transformado de forma tan rotunda? Quizás porque ha hecho el cambio desde su lado libertario, cuasi anarquista. Trump, Boris Johnson, Bolsonaro, o ciertos líderes iberos, son ejemplos de que, en la derecha, las cosas no son lo que fueron. En distintos lugares del mundo, los proyectos políticos originarios de la burguesía nacional han tratado de convertirse en transversales, de unir para su causa a la pequeña burguesía, pero también a las clases populares, trabajadoras, e incluso a los estratos menos favorecidos económicamente de sus respectivas sociedades, agrupándolos en torno a algún concepto que funcione como elemento aglutinador y revulsivo, que sirva para espolear y activar a las masas en tiempos de globalización uniformizadora, voraz. Tales conceptos suelen girar alrededor de una peculiar idea de nación, una nación con aspiración de independencia (el caso de Cataluña), llamada a supuestos grandes destinos, pero también aquel concepto de nación que desea recobrar una añorada relevancia: el «America First!», de Trump, que recuerda a la idea del presidente Woodrow Wilson tratando de unificar a los EEUU durante los primeros años de la Primera Guerra Mundial; o su eslogan repetido machaconamente: «Make America Great again!», hacer otra vez una América grandiosa, importante. En el caso de Boris Johnson, líder del Partido Conservador y Unionista británico, quizás incluso se persigue recuperar una vieja ambición de imperio, con control sobre su destino, algo que muchos creen haber perdido como socios de la Unión Europea. Bolsonaro, en Brasil, aspira a consolidarse como la primera «potencia» latinoamericana… Etc. La derecha enarbola, con éxito electoral, las banderas del Estado-nación justo cuando la globalización está formateando el mundo mediante estructuras supra-nacionales, que intentan dejar obsoleto el antiguo modelo, que estaba hecho a escala «nacional». La nueva derecha puede ser incluso la versión posindustrial del nacionalismo decimonónico aderezado de indigenismo más revolución tecnológica, y pretende arrebatarle a la izquierda su exclusividad revolucionaria, agitadora. Además, quiere acabar con la idea de que la justicia social es patrimonio exclusivo de la izquierda, abogando por una justicia social… eso sí: patriótica.
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