Opinión

Justicia lógica

Siguiendo embobados las sinuosidades estratégicas de quienes quieren alcanzar el poder, se nos terminan olvidando las cosas importantes y éstas pasan a un segundo plano. Una de tantas cosas principales es la terrible pregunta que arrastramos ya hace cuatro décadas: ¿y para cuando una nueva ley electoral? Todos sabemos que la que estamos usando no responde a la actual realidad del país pero, como las conveniencias de unos y otros hacen que teman perjudicar sus resultados cambiándola, seguimos funcionando con un mecanismo obsoleto. Un ejemplo: con ochocientos mil votos, los republicanos catalanes han conseguido en estas elecciones trece escaños en el Congreso. Ciudadanos, en cambio, con un millón seiscientos mil votos (el doble que ellos) tiene solo diez escaños. Eso supone que un votante catalán que este domingo saliera a escoger entre ERC y Cs se encontraba conque, según la opción que eligiera, a su voto se le iba a despojar de la mitad.

Nadie está en contra de que existan mecanismos compensatorios para defender a las zonas despobladas, pero esos mecanismos deberían ser útiles y justos. Los que ahora tenemos no son útiles. No han servido para evitar que la España vacía se vaciara. Justos tampoco lo son, porque una cosa lógica sería una compensación entre votos de un veinte por cien, pero una compensación del doble es una barbaridad ilógica y un disparate que solo provoca injusticia. Mientras perdure esa injusticia, no tendremos una democracia del todo verdadera. Si no atendemos al reparto actual de la población ni a la lógica, se acaba dando la absurda situación de que cuarenta y siete millones de españoles puedan ser rehenes en sus decisiones de dos millones de fanáticos.

Resulta chocante que un montón de españoles ande a pedradas por un referéndum y no sepa nada de esa desproporción tan obvia. Que eso suceda quizá se debe al abandono de la enseñanza de la lógica en nuestras escuelas. La justicia, en cualquier país moderno, para funcionar bien, se ha de apoyar en razonamientos lógicos. Si sus usuarios desconocen totalmente el funcionamiento de la asignatura lógica, la justicia de las cosas les resultará entonces quizá sagrada, pero desde luego incomprensible.