Opinión
El clima de Sánchez
A pocos días de que comience en Madrid la COP25, la Cumbre del Clima de la ONU, confieso mi escepticismo sobre sus resultados. Con cinco reuniones de este tipo a mis espaldas o en mi ordenador, como se prefiera, las celebradas en Lima, Paris, Marraquech, Bonn y la ciudad polaca de Katowice, la única con un balance positivo, es la que tuvo como sede la capital francesa. Sin embargo, el acuerdo que se alcanzó allí para frenar la subida de las temperaturas, reduciendo a su vez las emisiones de gases de efecto invernadero, todavía no se aplica porque los reglamentos concretos no se han cerrado en los encuentros posteriores a 2015. Además, desde entonces hasta ahora hay que constatar que Estados Unidos, uno de los países que más contaminan, decidió, tras la llegada de Trump,que miraba para otro lado. Con estos precedentes no tengo esperanzas de que la COP25 de Madrid vaya a servir para mucho. Solo a mayor gloria de Pedro Sánchez, que ha hecho de la lucha contra el cambio climático una de sus banderas. Aparecerá en las fotos recibiendo a los Jefes de Estado y de Gobierno que vengan por aquí y fomentará su imagen a nivel internacional en el camino para convertirse en «líder del mundo mundial», cuanto tenga que abandonar La Moncloa. Teresa Ribera, la ministra de Transición Ecológica, que ha centrado su vida profesional y política en el cambio climático, también vivirá sus días gloriosos. Y, mucho me temo que poco más, salvo que Madrid se va a convertir en una ciudad para no estar.
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