Opinión
A cuatro patas
Es una tarea difícil para cualquier columnista –y un verdadero desafío literario– verse obligado a retratar a todo un presidente del Gobierno en el trance de separarse las nalgas con las manos. A esa labor descriptiva condena Pedro Sánchez a todo articulista con su maniática obsesión de ser presidente a cualquier precio. Lo pone a prueba una vez más el texto que Pere Aragonés, líder de ERC, publicó este lunes en «La Vanguardia». Describe las cuatro patas irrenunciables en las que piensa apoyarse para negociar con los socialistas la investidura. Dado que tres de las cuatro patas son claramente inconstitucionales, la única respuesta posible a ese texto de un presidente –en funciones o no– es que eso no depende de él porque son facultades que pertenecen al Congreso de los Diputados. Como eso supondría descartar automáticamente las conversaciones para elegirlo, Pedro Sánchez ha callado. Todos recordarán cuando la sodomía era perseguida en nuestro país como pecado y como delito. Antes de que se evolucionara al más civilizado y razonable concepto actual de que cada uno pueda hacer con su propio cuerpo lo que quiera, hubo un montón de gente llevada a la hoguera en esta península por esas prácticas; entre ellos, cinco mozos de Madrid tal día como hoy en 1622. Un detalle que quizá ignora Pere Aragonés es que esas hogueras no se levantaban solo para víctimas del colectivo homosexual, sino que abarcaban también a los maridos acusados de sodomizar a sus esposas. Lo documentan casos de 1656 que terminaron con el marido quemado y la esposa recluida en un convento. Aragonés quizá no se da cuenta de que Puigdemont aspira a retratarlo en esa enojosa posición sabedor de que, en estos casos, el vulgo ignorante no distingue entre el bípedo y el cuadrúpedo de la postura. He intentado afrontar estos hechos de una manera elegante, pero no estoy seguro de haberlo conseguido del todo. Si a causa de esta columna, querido lector, se crean en su mente visualizaciones que le resultan desagradables, apártelas de inmediato. Ni las mire. Intente contemplar estas palabras desde un punto de vista argumentativo, meramente abstracto. Es la única opción antiinflamatoria en este mundo de cuadrúpedos.
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