Opinión

Paro mejorable, no desastroso

Los datos de empleo de este mes de noviembre no han sido buenos, pero tampoco tan malos como cabría haber esperado a tenor de la desaceleración económica que hemos experimentado en los últimos meses. O por ser algo más específico: las cifras de paro registrado sí son negativas acercándose a bastante malas, pero en cambio, las de afiliaciones a la Seguridad Sociedad se mantienen en unos niveles cuando menos razonables. Por un lado, el número de parados registrados en los servicios públicos de empleo se ha incrementado en 20.525 personas, mientras que el año pasado, por estas mismas fechas, lo hizo sólo en 1.836. De hecho, si eliminamos el componente estacional de estos datos (esto es, si eliminamos la parte puramente coyuntural), podremos observar perfectamente cómo se produce un serio parón en la reducción del número de desempleados. En 2018, el paro desestacionalizado disminuyó en 26.258 personas, mientras que este año ha aumentado en 4.113 ciudadanos. Todavía peor, en términos interanuales (de noviembre de 2018 a noviembre de 2019), la cantidad de parados únicamente ha descendido en 54.683 individuos, cuando hace doce meses (esto es, de noviembre de 2017 a noviembre de 2018) lo había hecho en 221.414. Por consiguiente, sí, el frenazo en la reducción de las cifras de desocupados es palpable. Pero, por otro lado, los datos de afiliación a la Seguridad Social no han sido ni mucho menos catastróficos. Es verdad que el número de afiliados cae en 53.115 personas, pero el año pasado lo hizo en 47.449 y en 2017, en 12.773. Si suprimimos la estacionalidad, constataremos, en cambio, que el número de afiliados se ha incrementado en 30.610 personas, frente a la 34.583 de 2018 o los 54.628 de 2017. A su vez, en términos interanuales todavía hemos creado 417.266 nuevos afiliados, frente a los 527.868 de noviembre de 2018 o los 637.232 de 2017. Expresado de otro modo, aunque la generación de empleo se está frenando (nada que no supiéramos ya gracias a la Encuesta de Población Activa), estamos muy lejos de empezar a destruirlo. Y eso, en un contexto de clara desaceleración como el que ha vivido España (y el conjunto de Europa), son indudables buenas noticias. Ahora bien, deberíamos evitar caer en un exceso de complacencia. Parte de estos buenos datos pueden explicarse porque la economía mundial está viviendo un cierto rebote en sus tasas de crecimiento, especialmente por parte de China y de algunos países europeos como Alemania. Del mismo modo que su parón nos lastró, ahora su leve recuperación podría estar aupándonos de nuevo. Pero, y aquí viene lo preocupante, acaso tal recuperación termine tornándose en un mero espejismo si la guerra comercial no sólo no se soluciona sino que se agrava. Trump ha vuelto a escalar en su agresiva retórica proteccionista y no lo ha hecho sólo contra China, sino también contra Argentina, Brasil y Francia. Si los aranceles continúan extendiéndose por todo el planeta, los no demasiado malos datos de hoy degenerarán en unas pésimas cifras para mañana.