Opinión

Hablan

El otoño latinoamericano arde, aprieta. Pero mientras en los países que se resistían a seguir la senda bolivariana florecen el vandalismo y las protestas contra la autoridad (Chile, Colombia…), los Estados bolivarianos, tras largos años de miseria, también empiezan a estar hartos de sus dirigentes: Bolivia, Venezuela… (Cuba, sigue resistiendo). El último damnificado con la pérdida del poder (absoluto) ha sido Evo Morales. El escritor peruano Jaime Bayly llama, malvadamente, a Morales «la mascota indígena bolivariana» y señala cómo el presidente mexicano López Obrador, que ha acogido al ex mandatario boliviano en su país, lo recibió dándole cachetadas en los mofletes, como quizás haría con un sobrinito mimado. No sabemos si el del mexicano fue un gesto de cariño hacia el boliviano, o si solo trataba de espabilarlo un poco después de su largo viaje en avión. Aunque Evo es más despierto de lo que parece, porque malas lenguas dicen de él que (supuestamente) ha hecho una fortuna inmensa con el tráfico de drogas. Luego, no se ha dormido en los laureles como aseguran (si acaso, en las hojas de coca). Tiene, además, hijos que no ha reconocido hasta después de que sus madres, desairadas pero corajudas, lo hayan llevado a los tribunales. Es un lince (soltero) ahorrándose pensiones alimenticias para sus vástagos y sus ex. También resulta difícil igualar la capacidad oratoria de Morales: «Represalía ustedes saben grasis hermanas y hermanos el indígena Evo he llegado sano a… —sigue un silencio de dos minutos, hasta que consigue recordar dónde acaba de aterrizar—… Mésico antimperalista yo me han vandalisa una casa y otra y otra casa que tenía yo parte del proces de liberasió movient del campesin quiero desir robar mi derecho humano a ser elegido President indefinadamente…». Hablar con la soltura de Evo Morales es algo que solo consiguen algunos tertulianos («analistas») de nuestras televisiones (los menos espabilados, o sea: enchufados por partidos políticos o distintos poderes interesados): «Poner encima de la mesa, ¿eeeh?, en plan, que ‘el’ gobierno ‘saben’, Wikipedia, porque está… ¡encima de la mesa!». Todo ello dicho con la boquita de piñón de Trump. Sin olvidar jamás el desparpajo dialéctico del entrullado ex comisario Villarejo: «Que, que, que, coñ, yo me encargo, el presi, sabes, con dos cojnes…». (Y así hablan quienes mangonean el mundo). (¡Buuum!).