Opinión
Palabrería
Las dos preguntas más eficaces, para puntualizar cualquier afirmación, siempre son interrogarse sobre si tenemos alguna estadística que la demuestre y comprobar si hemos recogido alguna evidencia al respecto por experiencia propia. Partiendo de esa premisa, cuando Rafael Ribó afirma que las listas de espera de la sanidad catalana están vinculadas a supuestos foráneos que vienen a operarse a la región solo cabe exigirle una cosa: muéstrenos sus estadísticas. A la espera de que lo haga (espera que recomiendo no hacer de pie porque sospecho que aguardando tanto nos atrapará la fatiga) puedo aportar, mientras tanto, una experiencia propia. Llevo 58 años de catalán y entre mis conocidos de toda la península no hallo a nadie que haya venido de fuera a operarse a mi región. Por el contrario, cuando viví durante una década fuera de Cataluña, el servicio andaluz de salud me operó de vasectomía de una manera eficiente y feliz. Así que Ribó nos debe una explicación a todos los usuarios y aclararnos por qué, si ha sido contratado como defensor del pueblo, se olvida de la gente y ejerce, más que nada, de defensor del poder regional. Si lleva años afirmando ser de izquierdas, ¿por qué suscribe entonces estas líneas argumentativas de razonamientos tan similares a las de Vox? Si no hay nada más progresista que renovar los cargos para dinamizarlos, ¿por qué lleva en su puesto, cobrando inmovilizado, desde hace décadas? Todo induce a sospechar que el déficit regional no proviene de pacientes foráneos sino de tener que pagar innumerables canonjías como la suya.
Cuando tuve de joven un grupo de rock tocamos para el PSUC de Ribó. Éramos de barrio y nos parecía una cuestión de orgullo asistir a aquellos conciertos simpáticos, con precarios equipos de sonido y para unas dos mil personas. El año que tocamos nosotros metimos ciento veinte mil personas a mil pesetas de entonces. Desde mi punto de vista, entiendan que me sienta como si la gente de barrio les hubiéramos pagado la campaña electoral. Hubiera sido toda una gentileza por parte de todos estos supuestos defensores de los desfavorecidos avisarnos de que iban a acabar pegados como lapas a una esquina del palacio de la plaza San Jaime.
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