Opinión

Reciclaje

Se ha acabado la cumbre del clima y creo que todos estamos ya concienciados sobre el problema de la gran cantidad de residuos que produce la humanidad. Lo que no ha quedado claro es si, en el recuento de esa cantidad, se incluye o no a los residuos políticos. Me pregunto, por ejemplo, qué vamos a hacer cuando inhabiliten a Torra y si, en las consideraciones medioambientales, se contempla llevarlo a algún tipo de planta de reciclaje pensada a tal efecto o arrojarlo de una manera despreocupada al contenedor que pille más cerca. Sé que estamos hablando de un material probablemente muy contaminante, pero permítaseme observar que, aunque no lo parezcan, los políticos con mando en plaza son también seres humanos, así que deberíamos pensar en algún trato digno para ellos.

Reconozco que más que responder al mando en plaza Torra responde al mando a distancia, pero creo que deberíamos ser los votantes quienes decidiéramos el tipo de reciclaje adecuado para estos políticos. Más que nada, porque si dejamos en sus propias manos el diseño del contenedor de reutilización, seguro que ellos mismos le dan forma de yate en el Caribe o mansión en Waterloo. Creo que Greta podría ayudarnos en esa tarea, porque canta y tiene cara de enfadada. Personalmente, soy partidario de reutilizaciones imaginativas.

Cojamos, por ejemplo, a Laura Borrás, la portavoz de Puigdemont. Lejos de mí la intención de afirmar que sea un desperdicio. Ahora bien, sabemos que, en los próximos meses, va a tener que explicar unas cuantas cosas raras que hizo de joven con los dineros públicos. En caso de que también la inhabilitaran, quisiera llamar la atención sobre un par de rasgos fisionómicos (ojos pequeños, pómulos grandes) que la asemejan un poco a Evo Morales. Si le ofreciéramos un corte de pelo a tazón y le propusiéramos ir a Bolivia quizá podríamos intentar convencer a los bolivianos de que es Evo que ha vuelto. Para justificar la diferencia de tamaño, podríamos decir que, para reforzarse, se ha atiborrado de esteroides en sus viajes a balnearios de México y Cuba. Laura tendría una segunda vida política y, lo mejor de todo, la tendría en una República, algo que sin duda la haría feliz. Todos ganaríamos.