Opinión

El año en que le vimos las orejas al lobo

2019 ha sido el año en el que la economía española ha comenzado a verle las orejas al lobo. Después de un lustro de ensimismamiento –disfrutando de la inercia del crecimiento económico y con la agenda de reformas del todo congelada–, nos hemos dado repentinamente cuenta de que las tasas de aumento de nuestro PIB superiores o cercanas al 3% anual no son permanentes y que incluso podemos correr el riesgo de no alcanzar siquiera el 2%. También hemos descubierto que, como resultado de lo anterior, el ritmo al que generamos nuevo empleo no se mantiene necesariamente en unas 500.000 personas al año, sino que puede llegar a caer a la mitad incluso en un contexto en el que nuestra tasa de paro se estanca alrededor del 14% de la población activa. Y, por último, también hemos constatado que sin un fuerte crecimiento del PIB y del empleo, el déficit público ya no se reduce automáticamente en medio de fuertes incrementemos el gasto, sino que volvemos a requerir de ajustes para reconducir nuestro desequilibrio presupuestario hacia el saneamiento financiero. Pero a pesar de todos estos jarros de agua fría –los problemas de baja renta per cápita, de alto desempleo y de elevada deuda pública no se arreglan por sí solos– no parece que 2020 vaya a ser un año en el que refresquemos el itinerario reformista para, primero, elevar nuestro crecimiento potencial; segundo, reducir nuestra tasa de paro estructural; y, tercero, poner definitivamente coto al déficit de nuestras administraciones. No ya porque, al menos de momento, sigamos con un gobierno en funciones sin iniciativa alguna, sino porque el Ejecutivo que previsiblemente emergerá a lo largo de esta legislatura no tiene intención alguna de tomar medidas que contribuyan a alcanzar los objetivos anteriores. Primero, PSOE y Podemos pretenden aumentar los impuestos sobre la economía productiva, lo que sólo contribuirá a reducir, y no a impulsar, nuestro crecimiento potencial. Segundo, PSOE y Podemos quiere reformular la reforma laboral de 2012, que ayudó a superar una de las coyunturas más complicadas de nuestra historia reciente, así como continuar elevando el salario mínimo interprofesional, todo lo cual sólo dificultará aún más la generación de empleo; y tercero, PSOE y Podemos han prometido tal prodigalidad de gasto público que ni siquiera con sus sangrantes subidas fiscales serán capaces de reconducir el déficit presupuestario. En suma, el shock de realismo de 2019 debería haber sacudido los cimientos de la política económica socialista pero no lo ha hecho: lejos de replantearnos el camino que estamos siguiendo y que se ha adentrado ya en un terreno pantanoso, seguimos avanzando ciegamente en la misma dirección.
Y no deberíamos dejarnos engañar por espejismos transitorios: sí, durante este final de año es muy probable que hayamos frenado el ritmo de caída previo y que incluso estemos experimentado una cierta reaceleración como consecuencia de la estabilización de los flujos comerciales globales tras el fin de las hostilidades arancelarias entre EE UU y China así como por la clarificación del Brexit. Pero que lo peor de la tormenta exterior haya pasado (o parece que haya pasado) no equivale a que no haya sucedido nada: pero eso, el silencio sepulcral sobre la fragilidad de nuestro aparato productivo, es lo que impulsarán PSOE y Podemos para ocultar los efectos previsibles de su dañina política económica. Si algo ha dejado claro 2019 es que no somos invulnerables, por lo que en 2020 las amenazas externas pueden terminar siendo reemplazadas por las internas.

Desequilibrio en las pensiones

Según el BBVA Research, los pensionistas españoles perciben, a lo largo de su jubilación, un 36% más de todo lo que cotizaron durante su vida laboral. Semejante desequilibrio entre lo aportado y lo recibido sólo resultaría moderadamente sostenible en caso de que dos variables remaran a nuestro a favor: la demografía y la productividad. Si cada vez hubiese más trabajadores y éstos fueran expansivamente productivos, podríamos mantener pensiones por encima de las cotizaciones. Pero, tal como ha recordado Fedea, tanto la productividad como la demografía llevan 30 años evolucionando negativamente: la primera porque se mantiene del todo estancada y la segunda porque la población en edad de trabajar continúa reduciéndose en relación con la población jubilada. Todo apunta a que experimentaremos más recortes en las pensiones.

Estabilización inmobiliaria

De acuerdo con el portal inmobiliario Idealista.com, los precios de la vivienda en 2019 aumentaron un 4,6%. Se trata de un incremento notablemente inferior al experimentado el año anterior (cuando fue del 8,2%) y que además va por barrios, dado que en cinco comunidades autónomas ha llegado incluso a caer. Más en particular, ha descendido un 1,3% en Extremadura, un 1,2% en Galicia, un 1,1% en Asturias y Castilla-La Mancha, y un 0,2% en Castilla y León. Las estadísticas, pues, ponen de manifiesto que el acelerado ciclo alcista del mercado inmobiliario podría estar llegando ya a su fin, pero el grave problema de accesibilidad a la vivienda continuará sin cambios mientras las administraciones públicas no acepten liberar más suelo para incrementar con ello la oferta y, por lo tanto, abaratar los precios.

Más impuestos en Cataluña

La Generalitat catalana se encuentra inmersa en una deriva económica cada vez más intervencionista. Una de sus últimas ideas ha sido la de establecer un impuesto sobre todos aquellos vehículos que superen los límites estipulados de CO2 y que, de acuerdo con sus propia estimaciones, afectará a 3,6 millones de automóviles y a más de medio millón de motocicletas. El objetivo no es tanto combatir el cambio climático (para lo cual existirían medidas mucho más efectivas, vinculadas no a gravar la mera tenencia de un vehículo, sino su uso efectivo) sino recaudar alrededor de 150 millones de euros anuales. La triple alianza de la izquierda catalana (ERC, PSOE y Comuns) está convirtiendo a Cataluña en una región cada vez más cerrada y hostil a la inversión: ése es el mismo modelo que nos espera para el resto de España.