Opinión

Un comunista en consumo

Alberto Garzón será nombrado con toda probabilidad ministro de Consumo del próximo Gabinete presidido por Pedro Sánchez. Y aunque el líder de Izquierda Unida jamás ha ocultado su filiación comunista (hace un par de años incluso publicó un libro titulado «Por qué soy comunista»), el repentino reparto de canonjías ministeriales sí parece haberle empujado a borrar las trazas más escandalosas de su ideario. Resulta que el comunista Garzón acaba de eliminar un antiguo tuit de sus redes sociales en el que proclamaba que «El único país cuyo modelo de consumo es sostenible y tiene un desarrollo humano alto es… Cuba». En cuanto a las formas, debería llamar poderosamente la atención que el «gobierno de la transparencia» se dedique a eliminar las opiniones pasadas de algunos de sus miembros. No porque esas opiniones ya no sean representativas del pensamiento de quien las profirió (en cuyo caso habría bastado que lo aclarara), sino porque siguen siéndolo pero, acrecentado ahora el foco de vigilancia, desean ocultárselas a la ciudadanía. Pero, sobre todo en cuanto al fondo, esas declaraciones sobre Cuba de Alberto Garzón deberían escandalizar a cualquiera con un mínimo de dignidad. En la «isla-cárcel» castrista, el consumo de la población se estructura alrededor de la libreta de racionamiento, mediante la cual el régimen efectúa una asignación mensual de alimentos a cada persona a un precio subsidiado. Hace un lustro, la libreta daba derecho a adquirir mensualmente cinco huevos, 1,8 kilos de azúcar, 3,2 kilos de arroz, 4,5 kilos de frijoles, 0,3 litros de aceite, 110 gramos de café y 220 gramos de pollo o mortadela o pescado por persona, más un kilo de sal por familia. En 2019, la crisis económica de Cuba obligó a adelgazarla todavía más. Cualquier producto adicional que deseen adquirir (incluso los más básicos, como el jabón) deben hacerlo con su exiguo salario medio de apenas 28 dólares mensuales (a unos precios no muy dispares de los de España). O dicho de otro modo, los ciudadanos cubanos malviven al borde de la subsistencia en una economía férreamente controlada desde las más altas instancias del partido. Su sueldo mensual sólo les permite adquirir el equivalente a seis kilos de pechuga de pollo deshuesada: nada más.¿Es ese el modelo de consumo responsable y sostenible que quiere impulsar Alberto Garzón desde su futuro Ministerio de Consumo? Por fortuna, semejante Ministerio carecerá de las competencias necesarias como para implantar un modelo cubano en España, pero la inspiración de las políticasque aplicará Garzón sí serán las mismas que en su idolatrada Cuba: racionamiento y control político. Eso es lo que nos espera con el próximo Gobierno socialcomunista.