Opinión

La investidura de la confrontación

Con la Constitución, es posible lograr una concordia civil llamada España, donde convivan ciudadanos que, por tener diferentes opiniones, creencias o convicciones, se complementen entre sí (Adolfo Suárez)

Ayer Pedro Sánchez se salió con la suya: ganó unos meses más en la Moncloa de la mano de quienes quieren destruir el orden constitucional. Pero, al ganar esos meses, decretó el final del socialismo constitucional, así como del espíritu de concordia que forjó lo que se conoce como Transición. Sánchez ha dejado de lado al socialismo de González, quien abandonó en Suresnes las tentaciones marxistas para aproximarse, en lo que no ha sido más que un paréntesis en la historia del PSOE, hacia la socialdemocracia europea. La semana que viene Ferraz nombrará por segunda vez en su historia, ministros comunistas. Alberto Garzón, quien reivindicó el fin de semana la ideología de los millones de asesinados, ocupará un asiento en la bancada azul. El PSOE ha dejado en manos de Podemos la hegemonía cultural, la educación y la economía. Su idea de España es ya la del PNV, el partido más a la derecha de la derecha, y ERC. Sánchez ha decretado un nuevo pacto del Tinell, fruto a su vez del acuerdo de Pedralbes.

Estos días atrás en el Congreso oímos discursos frentistas cargados de odio contra la derecha por boca de diputados separatistas o del propio Pablo Iglesias, quien el primer día amenazó a la Justicia, a los “togados”, desde la tribuna de oradores del Congreso de los Diputados. Escuchamos las palabras de victoria (“ni nos vencieron, ni nos domesticaron”) vomitadas por los representantes de Bildu ante el rostro impávido de Pedro Sánchez y la indignación de víctimas como Teresa Jiménez Becerril o Francisco José Alcaraz. O el “me importa un comino la gobernabilidad de España” de sus socios golpistas de ERC. Asistimos a la confrontación buscada por Adriana Lastra, portavoz del PSOE, quien acusó a la derecha de estar fuera de la democracia, en lo que parece aventurar la llegada de malos tiempos para la libertad de conciencia, asociación, reunión y expresión. Llegó a acusar de “matonismo” a la oposición. Parece no recordar aquellos tiempos de 2016 en que los diputados eran acosados a la salida y entrada del parlamento por los podemitas, a cuyo líder hoy el PSOE recibe de pie y con aplausos, de “Rodea el Congreso”.

Iglesias, con esa sinceridad que caracteriza a los extremistas, dejó claro que vienen a quedarse con todo. Y ese todo incluye nuestras mentes. Lo próximo, sin duda, será tratar de “podemizar” todas las administraciones. La Ley no será impedimento. Como dijo Sánchez, convertido ya en líder autoritario, “la ley por sí sola no basta”. Es decir, no la van a respetar. Todos los autoritarismos comienzan despreciando la ley y deslegitimando las instituciones democráticas.Tratarán de conformar instituciones paralelas, como sucede en Venezuela, donde hay dos parlamentos o dos fiscales, dos legalidades; o como hizo Manuela Carmena en Madrid capital instituyendo los foros locales que ahora, me cuentan, Begoña Villacís se niega a derogar.

Subirán los impuestos todo lo que puedan (“no creo en la economía de mercado”, afirmó literalmente Sánchez), aunque lo cierto es que éste va a ser el gobierno de los decretazos, puesto que con tan exigua mayoría pocas leyes saldrán adelante. Como periodista me preocupa especialmente el anuncio de ley de censura que hizo Sánchez en su comparecencia, disfrazado bajo el orwelliano nombre de “estrategia contra la desinformación”.

También la derogación de las cláusulas más importantes de la reforma laboral, lo que ya está provocando, como ha publicado LA RAZÓN, la destrucción de empleo. O la tasa Google, que nos aleja de la revolución tecnológica. O los 30.000 millones de aumento del déficit alegremente anunciados y la fiscalidad verde o la tasa Tobin.

Por supuesto, declararán la guerra a Madrid, dique de contención de las políticas socialistas. Los mismos que claman por la descentralización en todo, piden centralizar la fiscalidad autonómica… para perjudicar a los modelos de éxito. ERC ha impuesto en su acuerdo, cargarse Madrid. Ángel Gabilondo y demás lo aplaudirán en la Asamblea.

También harán política simbólica para declarar la guerra cultural a la derecha. Todo pivotará en torno a temas como la eutanasia, la memoria histórica, la persecución de la religión católica o las religiones sustitutivas imbuidas en la mente de los jóvenes a través del adoctrinamiento en las aulas, como son la ideología de género (no es feminismo) o el New Deal verde (no es ecología).

Pero España tiene alternativa. Pablo Casado hizo tanto el fin de semana como el martes sendos discursos cargados de patriotismo y defensa de la libertad de todos. Lo hizo desde unos principios sólidos, firmes, pero también desde la sensatez y moderación necesarias para acabar con la pesadilla en que el personaje más egoísta de los últimos cuarenta años de nuestra Historia ha sumido a nuestro país. El problema, afirmó, no es de democracia, sino que el PSOE es socio de quienes atentan contra ella. El PSOE es , sostuvo, el caballo de Troya que ha metido en el gobierno de España a quienes quieren destruirla. Y es que, en España, no hay más excepción a la democracia que los socios ultras del PSOE. El disfraz de moderado se le ha caído a Sánchez con sus mentiras. Ya no engaña a nadie.