
Opinión
Amigas
Yo, Maripepis Martónez, ahora soy diputada. Junto con la Vanessa. Estamos ambas en las Cortes, pasándolo mejor que en las rebajas del polígono Cobo Calleja.Yo creía que aquí vería a muchos Francis Underwood, pero no, en el Congreso todos se llaman Montero. Excepto Rufián, que aseguran que solo hay uno (¿?). Como no tengo nada que hacer en mi nuevo trabajo, porque el opresor Estado español no nos ha permitido a Vanessa y a mí tener grupo parlamentario propio, leo un periódico on line especialista en erratas, en mi iPad nuevecito y gratis, con datos ilimitados (y no como el Nokia que tenía yo antes de meterme en política): «Foto de tres de las integrantes del consejo de ministris». Joe, me digo, ¿ahora hay que decir «ministris»? O sea con el lenguaje inclusivo… Así que me acerco a una señora muy elegante que manda muchísimo y le pregunto: «¿Qué tal el Consejo de Ministris?». Ella me responde: «Qué poca educación». Vale, yo ya sé que mi nivel académico no es máximo. No fui a la universidad porque tenía que coger dos autobuses para llegar allí desde mi barrio. Y además estaba embarazada de mi Yohelis. Aunque, si me llego a esperar un poco…, ¡dos años después montaron una uni en mi calle, y otras cuatro en el barrio! Ahora, el que más y el que menos tiene en España una universidad en su calle, ¡pero en mi época…! Me giro, muy digna, estirándome la chaqueta de mi fondo de armario (que tenía yo guardada en el fondo, porque un adefesio así no merecía salir a la superficie. Hasta que cobre mi primer sueldo…). Habrá quien se pregunte cómo alguien de mi status social es amiga de la pija Vanessa. Sí, es verdad. Yo, por no tener, no tengo ni status social, mientras que la Vane es «first class». Pero así es la vida, muy democrática últimamente. Hoy día, puedes tener de amiga a una Kardashian (en el Facebook) y ser tú de Legazpi, como es mi caso. Pues la Vanessa y yo somos colegas porque nos detuvieron a las dos a la vez, robando cremas exfoliantes en el Alcampo. Hicimos buenas migas y ahora somos parlamentarias. Y tenemos la misma ideología: porque a las dos nos gustan las mismas marcas.
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