Opinión

Semana caliente (dos)

Lo adelantaba en estas mismas páginas el pasado lunes: la semana se anunciaba caliente. Así fue. Las imágenes de los enfrentamientos entre agricultores y Policía en Don Benito, con Planas y Vara atrincherados en el recinto ferial, se convirtieron en una de las noticias más importantes de la semana pasada y, de pronto, la opinión pública urbana se encontró, primero, con que el campo existe, y en segundo lugar, con que tiene problemas graves. Esas imágenes y fotos actuaron también como efecto llamada e hicieron que la participación en las tractoradas y concentraciones de los días siguientes fuese a más. Esta semana continuará «la movida» y tomarán el relevo los agricultores y ganaderos de Castilla-La Mancha, y más tarde habrá protestas en varias provincias de Andalucía. Responden así a las convocatorias realizadas por las organizaciones agrarias ASAJA, COAG y UPA, a las que se han sumado colectivos de carácter provincial y regional. Los motivos para esta oleada de movilizaciones, la más importante en muchos años, son múltiples y confluyen en uno: pérdida de rentabilidad muy acusada en una buena parte de las explotaciones agrarias. Ello se ha debido a la confluencia de una serie de factores: precios en origen bajos para los productos agrarios, con crisis en los últimos tiempos en sectores claves como la fruta dulce, los cítricos, hortalizas, el aceite de oliva, los cereales, la leche de vaca y también la de oveja y cabra en determinados momentos, lo mismo que en carne de pollo y conejos; aumento de los costes de producción sin posibilidad de repercutir ese incremento sobre el precio final al que venden los agricultores y ganaderos; restricciones a la exportación, como en aceite de oliva o aceituna de mesa, a causa de problemas comerciales con Estados Unidos que no tienen su origen en el sector agrario; aumento de las importaciones como consecuencia de la firma de acuerdos comerciales con terceros países, en los que no se cumplen las mismas normas sobre bienestar animal o uso de los productos fitosanitarios y antibióticos que en la UE; mayores costes de producción en la UE como consecuencia de una reglamentación más estricta en materia medioambiental; la subida del Salario Mínimo Interprofesional y mayores controles en los medios de producción que se pueden utilizar. Todos estos, y alguno más, serían los factores que han llevado a la situación actual, agravada por el hecho de que agricultores y ganaderos se sienten maltratados y criminalizados por una parte de la sociedad, sobre todo la más animalista. Frente a esto, la Administración Central lleva varios meses desaparecida y el propio sector no es consciente del problema de imagen que tiene.