Opinión
¿Recesión global?
Cada día que pasa sin que la epidemia del coronavirus haya sido definitivamente controlada y permita reanudar la actividad económica regular tanto en China como en los países de su entorno es un día más en que no sólo continúan aumentando los riesgos de pandemia global, sino en que el crecimiento económico mundial sigue sufriendo. Por ejemplo, este pasado lunes, una de las mayores compañías del planeta, Apple, anunció que sus resultados para 2020 no iban a ser tan positivos como había previsto debido a dos dañinos efectos derivados del coronavirus. Por un lado, Apple anticipa la venta de muchos menos dispositivos en China debido al empobrecimiento de sus ciudadanos: es lo que en economía denominamos «shock de demanda» (cae el gasto, cae la producción y cae el empleo). Pero, por otro, Apple también prevé peores resultados porque el parón de China está socavando las cadenas internacionales de valor y, por tanto, su producción de dispositivos para el resto del planeta se va a reducir: es lo que en economía se denomina «shock de oferta» (nos volvemos menos productivos por cualquier motivo y, como resultado, nos empobrecemos). En otras palabras, el coronavirus nos pauperiza tanto porque dejamos de producir bienes (shock de oferta) cuanto porque, al habernos empobrecido, dejamos de demandar bienes (shock de demanda). Recordemos que China produce a día de hoy alrededor del 30% de las manufacturas de todo el planeta y que, en estos momentos, casi 800 millones de chinos se encuentran en estado de cuarentena dentro de sus ciudades, lo cual les dificulta (o imposibilita) acudir al centro de trabajo y ponerse a producir mercancías. Como muestra de esto último, dos botones. La planta de Foxconn en la ciudad de Zhengzhou –la mayor productora mundial de iPhones– emplea regularmente a 150.000 personas: en los últimos cuatro días, sólo ha contado con 200 trabajadores. Asimismo, la marca de ropa Adidas ya ha confirmado que su actividad manufacturera en China se ha contraído un 85% con respecto al año precedente. Obviamente, si no se produce, no se cobra y si no se cobra, no se demanda. El drama chino, además, puede terminar reproduciéndose en otros países si la epidemia continúa extendiéndose. De hecho, el primer ministro japonés, Shinzo Abe, pidió a los japoneses que no fueran a la escuela o a trabajar si tenían síntomas de resfriado. Es decir, que la economía japonesa también podría acabar desmoronándose si el coronavirus sigue penetrando. Y cuantas más economías importantes se contraigan, más cerca estaremos de la recesión global.
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