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Opinión

Menor crecimiento global

La OCDE acaba de recortar la previsión de crecimiento mundial en medio punto porcentual como consecuencia del coronavirus: desde el 2,9% al 2,4% (el segundo más bajo en los últimos 40 años, sólo superado por el crítico año 2009). Como ya explicamos la semana pasada, las bolsas no se han derrumbado por mero capricho o por un pánico infundado, sino porque la extensión del covid-19 ya está generando un importante daño dentro de nuestras sociedades. Atendiendo a los datos que conocimos este sábado, la actividad productiva en China se contrajo al mayor nivel desde que existen registros. Ni siquiera durante la crisis global de 2009 –cuando Occidente dejó de importar desde el país asiático–, la economía china había sufrido tanto. Los analistas ya estiman que su PIB podría haber retrocedido un 6% durante el primer trimestre del año, lo que terminará reduciendo su crecimiento económico a la mitad para el conjunto de 2020 (suponiendo que el parón cesará durante los próximos trimestres). Inevitablemente, que uno de los dos grandes motores económicos gripe afectará al conjunto del vehículo. Preparémonos para menores importaciones desde China y para mucha menor afluencia de sus turistas. Pero, como también hemos venido explicando, ahora mismo el mayor riesgo para el PIB mundial ya no es lo que pase en China, sino lo que suceda en el resto del planeta. La epidemia se extiende más rápidamente fuera de las fronteras chinas que dentro de ella, de modo que existe un claro riesgo de que reproduzcamos una situación similar a la vivida en Hubei: aumento de las infecciones hasta que las autoridades tomen medidas muy drásticas (cuarentenas, cierre de escuelas, suspensión de servicios públicos, teletrabajo…) que paralicen la economía. En este sentido, la reciente estimación de Bank of America, según la cual la economía española no crecerá un 1,6% en 2020 sino un 1,4%, es harto probable que termine siendo altamente optimista. Si se suspende parte de la actividad productiva de nuestro país, entonces el PIB avanzará todavía menos y, de hecho, a estas alturas ni siquiera es descartable que podamos entrar en recesión (todo dependerá de cuánto dure esta crisis sanitaria). En este contexto tan incierto y potencialmente empobrecedor, ¿tiene sentido que el Gobierno de España prosiga ciegamente con su programa contrarreformista y de subidas impositivas? No, todo lo contrario. Si hay alguna posibilidad de dotar a la economía de más flexibilidad para poder capear el proceloso al que vamos a enfrentarnos, deberíamos apostar por ella; no por añadir todavía más rigidices, dificultando el ajuste al que deberán someterse las empresas, sino por liberalizarlo. En este caso específico, liberalizar no será la panacea (pues el problema de fondo es una pandemia) pero al menos no será una estéril condena.