Cargando...

Eurogrupo

La melancolía del ministro Cuerpo

El ministro de Economía presentó y retiró en pocos días su candidatura para presidir el Eurogrupo. Cuerpo se arriesgaba a todo un ridículo si mantenía su candidatura, que presentó por orden de Pedro Sánchez

Sesión de control al Gobierno en el Congreso de los Diputados. Comparece el ministro de Economía, Carlos Cuerpo. Alberto R. RoldánLa Razón

José Ortega y Gasset (1883-1955), el filósofo español que habló y escribió de casi todo, con defensores y detractores, decía que «el esfuerzo inútil conduce a la melancolía». Carlos Cuerpo, ministro de Economía, quizá se ha identificado con esa sentencia después de presentar, y retirar, en el lapso de unos pocos días, su candidatura para presidir el Eurogrupo. Eligió, poco antes del último momento, horas antes de la votación, para dar un paso atrás, digno, al comprobar que los apoyos que tenía eran mínimos. Luis de Guindos y Nadia Calviño, que también aspiraron al puesto, no lograron la nominación, pero obtuvieron resultados ajustados. Cuerpo se arriesgaba a todo un ridículo si mantenía su candidatura, que presentó, sin duda, por orden de Pedro Sánchez. El ministro de Economía, según quiénes le conocen, era consciente de sus escasas opciones y no tenía mayor interés en disputar el puesto al irlandés Paschal Donohoe, presidente del Eurogrupo los últimos años, y aspirante a una reelección que –como se ha comprobado– tenía ganada desde el principio. La pregunta inevitable, por tanto, es qué perseguía el inquilino de la Moncloa al enviar a su ministro –el menos quemado y el más solvente del Gobierno– a un empeño en la práctica imposible, sin olvidar el desgaste que supone. La explicación más plausible, que ha circulado por el entorno sanchista, gracias –como siempre– a alguna indiscreción, es que el líder socialista, en horas más que bajas en España, quería comprobar cuál es su predicamento en estos momentos entre los líderes europeos.

Sánchez, no es ningún secreto, siempre soñó con una carrera en las instituciones internacionales en el futuro, cuando –algún día será– deje el Gobierno. Nada más llegar a la Moncloa, su porte y su dominio del inglés, le abrieron muchas puertas y llegó a estar muy bien considerado, sin olvidar las miradas extasiadas de Ursula von der Leyen al «handsome» español. Ahora, Sánchez, en las espaldas de su ministro de Economía ha comprobado que el crédito europeo –además del internacional– que pudo tener algún día se ha esfumado. En el ínterin, Carlos Cuerpo ha tenido que tragarse el sapo de aspirar a un imposible, el camino hacia la melancolía de la que hablaba Ortega.