Opinión

Virus

Mis amigos residentes en China me cuentan que la vida se les ha convertido, de repente, en incómoda y aburrida. El gobierno ha tomado medidas drásticas. Habrá quien lo critique, sin pensar en lo complicado que resulta gestionar con eficacia un país diverso de tan gigantescas dimensiones. Se intenta que la gente no entre y salga, y no se reúna, de modo que la mayoría de locales, bares, restaurantes, lugares de ocio… han cerrado. Por supuesto, también lo han hecho las fábricas y las instituciones de enseñanza. Ciudades preciosas como Shanghái, llenas de vida, ofrecen un aspecto desolado. Aunque, poco a poco, parece que las cosas se animan, van mejorando. Es obligatorio ponerse una mascarilla, que en realidad sirve para no contagiar a otros, más que como protección de quien la lleva. A todo el mundo le toman la temperatura cuando entra y sale de su «compound», o recinto residencial, y salir o entrar son actividades que precisan de un salvoconducto. No se admiten visitas en los domicilios particulares, ni pueden hacerse tampoco. Muchas personas llevan más de un mes incomunicadas, y está prohibido viajar. De todas formas, nadie recibe hoy día a viajeros procedentes de China. Excepto Japón, que al parecer sí les permite la entrada salvo si proceden de la provincia de Hubei, que es la «zona cero» del virus. La gente teme viajar, igualmente, ante la posibilidad de que les sorprenda una cuarentena en otro país y su vida se vea trastornada… más todavía. Como los colegios están cerrados, los niños, adolescentes y jóvenes universitarios permanecen en casa, desquiciando a sus familiares, que no saben cómo entretenerlos. La situación diaria es un fastidio, pero todos la soportan con disciplina, pensando que mucho peor lo tienen los heroicos habitantes de Wuhan, que están sufriendo lo indecible, aislados y soportando (esta vez sí) una auténtica epidemia, en pro de la seguridad del resto (de la humanidad). Todos coinciden en que contagiarse del virus «no es fácil» sino muy improbable estadísticamente. Lo que sí se contagia con una rapidez asombrosa es otro virus que no precisa de contacto físico: el miedo. Ese ha cundido por el mundo de manera tan irracional como eficaz. El miedo, y no el Covid-19, ha hundido la economía mundial. Pronto veremos sus efectos.