Opinión

Muros

El muro de Berlín pretendía servir de contención en un mundo dividido en dos mitades durante la Guerra Fría. Era el elemento esencial de la frontera que rompía Alemania en dos partes bien diferenciadas. Porque Alemania, que estuvo en el origen de las dos guerras mundiales que asolaron el siglo XX, se convirtió en prueba, y símbolo, de que la historia se había escindido, repartiéndose el destino de millones de seres humanos que vivían según les hubiese tocado en suerte habitar a cualquier lado de aquel muro, que parecía indestructible. El muro partía Berlín como un hachazo. Y Berlín era el mundo. Sin embargo, 28 años después de su construcción, aquella muralla fue derribada por la misma historia que había intentado contener. Y desde entonces los caminos de esa historia saltan por encima de las tapias. Han pasado poco más de treinta años desde la famosa caída. Del hundimiento. Un tiempo durante el que hemos fingido que ya no existen divisiones porque no hay ningún telón de acero capaz de separar a los países socialistas de los capitalistas, como antaño. Alemania se reunificó y todo fue mezcla, entusiasmo y confusión durante décadas. El planeta ha vivido desde entonces una época de crecimiento y prosperidad sin precedentes en la memoria humana. Pero, a pesar de lo que muchos pudieron suponer, en realidad todo cambió para seguir siendo lo mismo. En los tiempos del muro, se hablaba del bloque soviético, o bloque del Este, y del bloque Occidental. Ahora, el planeta entero se debate entre un fuerte impulso capitalista y otro que combate al capitalismo… mientras lo practica implacablemente. Quizás el muro de Berlín fuera derrumbado, pero a cambio hoy tenemos incontables muros que nos siguen separando. En la era de la información, de la interconexión, aún existen barreras infranqueables, no solo en internet. Hay países en los que se precisa instalar una VPN en el ordenador para leer noticias que se publican en otros. Los cortafuegos nacionales de la censura son poderosos como nunca (¡e invisibles, disimulados!). Y la crisis del coronavirus está demostrando que el mundo se iguala y globaliza para la enfermedad, la recesión y el delito, pero que sigue levantando gigantescas barreras que impiden que la libertad, la seguridad y la prosperidad se propaguen con el éxito de las plagas malignas.