Opinión

Pruebas

Entre familia y amigos conozco, como casi todo el mundo, a varias personas enfermas de coronavirus. Algunas de ellas son médicos y enfermeros, que están en sus casas con fiebre y distintos síntomas. A ninguna se le ha hecho la prueba de la enfermedad. Ni siquiera siendo profesionales de la sanidad. La clínica ha bastado para identificarlos como pacientes. La prueba, dicen, escasea. Sé de alguien que, llevado por la desesperación, ha pagado una cantidad absurda (casi mil euros) por esa prueba, que se ha convertido en un grial abracadabrante solo al alcance de pocos elegidos: de una nueva Casta Aséptica (por si faltaban tipologías de linajes). Los políticos son distinguidos integrantes de esta neoclase, generada por los procesos de «globalización de enfermedades». En el Congreso de los Diputados no ha habido escasez de pruebas de coronavirus. Deben tener una Reserva Estratégica. Todas sus Señorías han dispuesto de inmediato de medios y resultados por vía urgente para comprobar si están o no contagiadas de una enfermedad que ellas mismas nos dijeron que era «una simple gripe». Por contra, la mayoría de los bio-sanitarios españoles, que están teniendo un comportamiento heroico en estos días de pesadilla, no pueden acceder a las pruebas que están obligados a suministrar a congresistas y mandamases en general. No se sabe si porque hay muchos (políticos, cabecillas, dirigentes, autoridades, gerentes, gobernadores de esto y lo otro, prebostes, dignatarios, adalides, caudillos de Sus Labores…), o por qué, pero el caso es que la prueba del coronavirus falta en primer lugar para los que sí tendrían que sentirse protegidos y seguros –los profesionales de la Sanidad, biólogos, enfermeros, médicos…, encargados de cuidarnos a los demás–; y en segundo lugar para los más vulnerables que, aún presentando síntomas, continúan con la incertidumbre de si están o no contagiados. Una se pregunta si los políticos son conscientes del agrio resentimiento que este trato privilegiado genera entre los ciudadanos. Hay un clamor al respecto. En Corea del Sur se han hecho más de quince mil pruebas de coronavirus «diarias». Han detenido eficazmente la pandemia. Mientras, aquí no se sabe la cifra real de infectados porque no se hacen tests. El gran número de líderes políticos afectados es tal porque a ellos «sí» les hacen pruebas. Otro privilegio más de la casta.