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Opinión
Cocaína
El secretario de Justicia de EE UU, William Barr, ha anunciado que el Departamento de Estado ofrece hasta 15 millones de dólares por información relacionada con el dirigente venezolano Nicolás Maduro, que permita su arresto. La noticia está pasando de refilón en estos tiempos de emergencia sanitaria mundial, pero es toda una bomba informativa de consecuencias trascendentales. La recompensa oficial ofrecida contra Maduro es la cuarta más alta en la historia de Estados Unidos por la captura de un “criminal internacional”, después de la prometida por el terrorista Osama Bin Laden de 25 millones de dólares. La Fiscalía norteamericana considera que Maduro y sus socios están inundando EEUU con cocaína. Él y otros catorce cabecillas bolivarianos han sido acusados de narcoterrorismo, y serán perseguidos en USA por aliarse con las FARC para llenar el país de droga abundante y barata. Las acusaciones de narcoterrorismo y tráfico son categóricas. La fiscalía asegura que las FARC llevan la cocaína a Venezuela, y desde allí la envían a EEUU. Se dice que en 2005 Chávez ordenó a Maduro que todos los jueces de Venezuela fallaran a favor de las FARC y que, desde 2006, con Maduro como Canciller de Venezuela, este recibió millones de dólares de las FARC a cambio de impunidad para el narcotráfico. Se acusa así a Maduro de ser un jefe del “Cartel de los Soles” que ha mandado incontables toneladas de cocaína a EEUU. Es una acusación gravísima contra Maduro, tras la cual cabe hacerse muchas preguntas: ¿pero las FARC no eran ahora “un partido político”, producto de una milagrosa conversión —del narcoterrorismo a la política—, proceso que le valió a Santos, ex presidente de Colombia, nada menos que un premio Nobel de la Paz? Parece algo no del todo fácil llegar a presidente de un gobierno siendo narcotraficante, como demostró el caso de Pablo Escobar, que solo logró ocupar un escaño en la Cámara del Congreso Nacional de Colombia en 1982. Pero para un presidente de gobierno, ¿es complicado convertirse en narcotraficante…? Etc. Por si fuera poco, después de esta acusación formal, tendremos que plantearnos la disyuntiva de a quién damos crédito: ¿a los que consideran a Maduro y sus satélites delincuentes narcoterroristas, o a sus amigos españoles que lo han convertido en una luminaria del socialismo del siglo XXI?
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