Opinión

Negativos

La negatividad es pérdida, disminución, menoscabo. Menos que cero, en matemáticas. También en la vida. El lenguaje demuestra que hay más descripciones y condiciones para lo negativo que para lo positivo. Abundan las palabras que refieren experiencias y expresiones negativas, el vocabulario es prolijo y generoso cuando se trata de algo negativo. Los recuerdos de lo negativo son mucho más profundos y duraderos que los que tienen que ver con lo positivo. Como si los seres humanos le diéramos más importancia a la negatividad que a su contraria. Si hablásemos en términos de acumulación de capital, la negatividad sería más rica que la positividad. Pero es que lo negativo nos deja una huella tremenda. Así ocurre en nuestra vida personal. Y por supuesto cuando analizamos la negatividad en política. Vivimos un momento trágico en el que abundan, además, los partidos políticos con gran carga de negatividad: porque están en contra de algo, buscan destruir, quieren restar y dividir en vez de sumar…, etc. Estamos viendo cómo la suma de partidos políticos negativos, junto con alguno positivo, en realidad llega a ser como la suma de números negativos y positivos: que, al final, todo se convierte en una resta. Apoyar al Gobierno ahora depende de escaños que funcionan bajo un mandato negativo. En un primer momento hubo partidos que se unieron en (la negatividad de) una moción de censura. O que se aliaron por un interés disruptivo (negativo): queriendo romper con todo lo establecido desde el punto de vista de la ley, aplicando el «divide et impera», etc. El partido del gobierno acarrea, pues, una carga negativa, lo que no resulta una ayuda en estos tiempos atroces. El mayor problema del gobierno actual es que ha sumado con partidos que, por su naturaleza negativa, le han de restar siempre, en todo lo que emprenda, cada vez que trate de sumarlos. La única solución sería que el partido del gobierno «restara» a los negativos que ahora lo lastran cuando los intenta sumar. Explicado con números sería así: 10 + ( -2 )= 8. Mientras que: 10 – ( - 2)= 12. Solo si se resta a los negativos se convierte el resultado en positivo. O bien, que se descubra negativo también el gobierno y sume en negatividad… Eso funciona así en matemáticas. También en política.