Opinión
España, patas arriba
Dice ahora un estudio de la Universidad de Harvard que no podremos abrazarnos hasta 2022, madre mía. Y si este verano llegamos a salir a la playa, es probable que nos observemos los unos a los otros desde la distancia, o separados por mamparas en la arena, lo mismo que en Italia. Sin chiringuito ni restaurante abiertos, lo nunca visto en el país rey de los bares.
Ayuntamientos y hosteleros se las ingenian como pueden para desarrollar fórmulas de subsistencia en un clima de total incertidumbre económica. Afortunados seremos si, allá por el mes de julio, podemos todos empezar a salir de casa con los niños por delante. Ojalá entonces podamos remontar nuestros respectivos proyectos y contarnos tú y yo que aquí seguimos. Otros muchos no… Este bicho maldito se ha cebado con miles y miles de vidas. ¿Cuántas? Ni el Gobierno lo sabe. Lo ha reconocido el propio Fernando Simón. Por lo tanto, hay que asumir que los datos oficiales diarios que Sanidad nos hace llegar, ya de por sí terroríficos, distan bastante de la realidad española. ¿Habrá el doble o el triple de bajas de las que nos constan? ¿Cuántos abuelos se nos han muerto en las residencias? ¿No nos facilitan la cifra real de fallecidos porque no quieren asustar a la población, o porque les falta información? Cualquiera de las dos respuestas me parece inquietante. En cualquier democracia madura, la transparencia siempre por bandera. Nuestras autoridades nos deben, como mínimo, un plus de honestidad. Que no tema nadie, no entraremos en pánico los españoles si nos hablan con más franqueza. Ya somos conscientes del infierno, ya se nos han muerto amigos, vecinos. Ya vemos a nuestros sanitarios llorar, ya nos hacemos cargo desde nuestro confinamiento. Ya vemos con estupor cómo aumentan las familias que buscan los restos de los suyos sin que nadie les dé una respuesta. Y en medio de este despropósito, por cierto, nos sobra un CIS cocinado para ensalzar al gobernante de turno. De la realidad nos protege el mero hecho de conocerla, por dura que sea.
Ahora no el momento de pedir dimisiones, seguimos en plena batalla en los hospitales y en las residencias, vivimos en la inseguridad, poniéndonos parches. España está patas arriba. Pero cuando escampe, unos cuantos deberían marcharse. Desaparecer, directamente.
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