Coronavirus

Un salvavidas en el buzón

«El mayor servicio postal del mundo se convierte en un salvavidas», titulaba la BBC una noticia destacada en su página web. Al verlo, deduje que sería un reportaje sobre cómo el contacto con seres queridos durante la pandemia ayuda a mantenerse a salvo en estos días de confinamiento y soledad. Hasta esperaba leer que los indios, después de dos semanas aislados, empezaban a escribir cartas que los mantenían entretenidos durante su encierro.

Quizá pensé en el bálsamo que supone recibir noticias de alguien a quien llevamos meses sin ver o rememoré la ilusión que me hacía recibir correspondencia que no fuera del banco o del gas. Aunque reconozco que lo que más pesó en ver las misivas como «salvadoras» fue el especial de mis compañeros sobre los familiares que no pudieron despedirse, a los que el coronavirus arrebató el último adiós. Esas páginas me dejaron conmocionada. Ángel y Olaya encontraron a españoles que a pesar del desgarro de la pérdida quisieron dedicar unas últimas palabras de gratitud eterna a sus seres queridos.

Palabras como muertos, letalidad o tasa de fallecidos saltan en cada telediario o conversación que mantenemos. Es lógico que reflexionemos sobre que nos toca o tocará marcharnos. Despedirse es clave para los seres humanos. También no dejarse nada en el tintero para estar en paz con uno mismo en caso de emprender el viaje. De ahí que estos días hayan aflorado en España los mensajes por Whatsapp de ex parejas. Tras dos, tres, cuatro años de silencio sepulcral –y sabiendo que no hay «peligro» porque es imposible verse en el estado de alarma–, se preguntan ahora cómo estará su antiguo amante.

En julio de 2016, cuando Marianne Ihlen estaba en el lecho de muerte por la degeneración de su leucemia, le pidió a su amigo Jan que escribiera al gran amor de su vida. Éste no era otro que el mismísimo Leonard Cohen. Quería transmitirle el «profundo amor» que sentía por él. Se conocieron en los 60, en la isla griega de Hydra, antes de que ella se casara y comenzara una nueva vida en Oslo. «Confío en que esto te llegue a tiempo de ponerte en contacto con ella». Efectivamente, Cohen, de 82 años, replicó: «Querídisma Marianne: Estoy detrás de ti, muy cerca, tanto como para cogerte de la mano. Este cuerpo viejo se ha rendido, como el tuyo, y el aviso de desalojo llegará cualquier día de estos. Nunca he olvidado tu amor y tu belleza. Pero lo sabes. No hace falta que diga más. Que tengas un buen viaje, vieja amiga. Nos vemos por la carretera. Con amor y gratitud infinita, Leonard».

Poco después de recibir estas palabras, Ihlen entró en coma y a los dos días falleció. Cohen la siguió en noviembre de ese mismo año. Quizá no seamos el mejor letrista canadiense de todos los tiempos, pero sí somos capaces de agradecer su cariño a los que nos han querido o intentado querer.

Con todo, el artículo de la BBC resultó mucho más empírico. La cadena británica describía cómo en India, país con más de 1.300 millones de habitantes, su enorme sistema de Correos se reorganizaba para distribuir equipos médicos y fármacos indispensables en pleno cierre de emergencia en el país. Pero al terminar de leerlo, bajé a mirar al buzón, por si alguien me quisiera enviar unas líneas.