Opinión

Iván el omnipresente

En cada nueva comisión, comité, grupo de trabajo y órganos similares que se crean relacionados con el coronavirus, ya sea de medidas de escalada o de desescalada, compruebo que está presente Iván Redondo. Y me preocupa mucho, porque no creo que, aún sin dormir, pueda tener tiempo para todo. Porque, además, debe continuar con las tareas propias de su cargo oficial más importante, que es el de director de Gabinete de la Presidencia del Gobierno, entendidas en sentido amplio, porque también se ocupa, por ejemplo, de los asuntos de seguridad nacional. Pero es que tampoco hay que olvidar lo que podríamos denominar «no oficial». Esto último consiste, según un alto cargo de Moncloa, en que todo lo que hace y aprueba el Gobierno debe pasar antes por sus manos y recibir el visto bueno desde el punto de vista de la comunicación y la imagen. Cuentan los que han tenido ocasión de trabajar con Redondo que es un estratega de primera categoría… siempre y cuando no surjan imprevistos o una crisis. En ese momento naufraga, no sabe cómo enfrentarse a ella y allí donde hay un problema termina creando otros para solucionar el primero. Dicho de otra manera, puesto delante de un tablero de ajedrez a diseñar jugadas y establecer una estrategia es un fuera de serie. El problema viene cuando algo se sale del guión que había trazado. Y en el guión de Iván Redondo no entraba la crisis del coronavirus. Eso explicaría muchas de las cosas que están sucediendo. Nadie puede estar en todo, ni siquiera Iván «el omnipresente».