Opinión

“El despotismo de Fouché Marlaska”

La excusa de que el ministro pierde la confianza en un coronel que está al mando de una comandancia es de una simpleza e inconsistencia que dice muy poco en su favor

La maquinaria política y mediática del Gobierno social-comunista se ha puesto en marcha con toda su potencia para tapar el escándalo provocado por la depuración del coronel Pérez de los Cobos. La actuación despótica de Marlaska refleja un inquietante desprecio a la Guardia Civil y la Justicia, algo que resulta muy triste por su condición de magistrado. La maniobra partidista ha provocado la renuncia del teniente general Laurentino Ceña, director adjunto operativo de la Guardia Civil. El Gobierno se ha lucido con una arbitrariedad que refleja su inquietud ante la investigación judicial por las manifestaciones del 8-M y por ello ha intentado, incluso, desprestigiar el informe. Una actuación como la de Marlaska hubiera provocado su destitución inmediata en los países de nuestro entorno. La excusa de que el ministro pierde la confianza en un coronel que está al mando de una comandancia es de una simpleza e inconsistencia que dice muy poco en su favor. Nos quiere tomar por idiotas.

A esto hay que añadir el problema que ha provocado con la Guardia Civil y la Justicia, porque estamos ante una intromisión muy grave en la instrucción de una magistrada. Es, además, un intento de controlar la actuación de la policía judicial. Esta capacidad de provocar problemas en un momento en que el Gobierno tendría que estar dedicado a generar un clima político sosegado demuestra una incompetencia e irresponsabilidad ilimitadas. La continuidad de Marlaska servirá para consagrar la fórmula del despotismo ministerial que recuerda el comportamiento que tenía el famoso Joseph Fouché, duque de Otranto, que fue ministro de Policía con el Directorio, con Napoleón y, brevemente, con Luis XVIII. Fouché, que era frío, implacable y voluble políticamente, hizo siempre gala de una desmedida ambición. No me esperaba que Marlaska fuera así, porque su trayectoria personal y política me despertaba simpatía y respeto. Lo que ha hecho resulta injustificable. Un magistrado ni puede ni debe arrastrar la toga por el estercolero político. El despropósito final, supongo que solo hasta ayer, fue intentar tapar el escándalo comprando el honor de la Guardia Civil con 247 millones para la merecida equiparación salarial. Cuando Fouché conoció que Napoleón había ordenado el asesinato del duque de Enghien contestó con el cinismo que le caracterizaba: «Es peor que un crimen, es un error». Marlaska lo tendría que haber tenido presente antes de depurar a Pérez de los Cobos.

Francisco Marhuenda es catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE).