Política

Respeto para González

En sus primeros tiempos como secretario general del PSOE, entre 2014 y 2016, Sánchez mantenía relación diaria con el expresidente González. La mayor parte de los encuentros se producían a mediodía en el domicilio del andaluz. Lo que buscaba Sánchez era un aval de ese calibre para que internamente le empezasen a ver como un líder solvente, pero lo que entendió Felipe González es que necesitaba escuchar consejos.

Sánchez aprovecha bien sus oportunidades. Llegó a la secretaria general del PSOE de rebote y como tercer plato, después de que hubiese dos rechazos, pero se quedó con la silla y sabía que si llegaba, de la manera que fuese, a Moncloa se instalaría allí por un tiempo.

Pero siempre termina enfadando a su interlocutor porque siempre hace lo contrario de lo que promete. En su día convenció a González de que apoyaría con una abstención la investidura de Rajoy evitando unas nuevas elecciones generales.

Sin embargo, después de las elecciones vascas y gallegas de 2016, Sánchez maniobró para presentar su investidura. Es conocido que un sector importante de socialistas estuvieron en desacuerdo con los intentos de investidura que protagonizó, entre otras cosas porque con menos de 90 diputados era un capricho más que un acto político y, sobre todo, porque en la cultura histórica del PSOE, pactar con los independentistas era una línea roja.

Ese fue el momento de ruptura entre los dos, tanto por el fondo del asunto como por el engaño. A partir de ahí los ataques soterrados del entorno de Sánchez hacia el expresidente han sido notables.

No ha sido el único, también ha sometido a distintas humillaciones públicas a José Luis Rodríguez Zapatero desde el momento en que este apoyó la candidatura de Susana Díaz. A Pedro Sánchez no se le puede toser, ese es el mensaje que parece que quiere mostrar el equipo del presidente, arremetiendo contra cualquiera que discrepe.

Hace unos días, en un programa de televisión, Juan Carlos Monedero insultó a Felipe González teniendo que salir al quite la propia presentadora en defensa del expresidente, algo que no ha hecho ningún ministro ni dirigente socialista ni, por supuesto, el presidente del gobierno.

Hay una opinión mayoritaria en la sociedad española acerca de que los 14 años de presidencia del veterano socialista le otorgan un saldo muy positivo, un periodo que transformó España, entrando en la Unión Europea, creando el sistema sanitario, la moderna red de carreteras y transporte o universalizando las universidades para todos los bolsillos.

Parece que en el nuevo PSOE cuenta más la black list de presuntas afrentas a Sánchez que el respeto a quienes son instituciones en el socialismo. Nadie va a exigir al presidente que brille tanto como sus antecesores socialistas, si bien, todos desearíamos que la diferencia no fuese tan abismal.

Lo que sí se le puede pedir es que cumpla con su obligación de defender a quienes han construido el PSOE frente a los ataques indecentes de los podemistas, por muy socios suyos que sean.