Opinión

La herencia nefasta de Daniel Calleja

Los agricultores y ganaderos europeos van a perder de vista al español Daniel Calleja, que deja su puesto como director general de Medio Ambiente de la Comisión Europea y va a ocuparse del Servicio Jurídico de la misma desde esta misma semana. La noticia se conoció días atrás y ha pasado más desapercibida de lo que debiera. Se tiene la impresión de que los que mandan en la Comisión Europea son los comisarios. Sin embargo, eso dista mucho de la realidad. Los que de verdad parten el bacalao son los miembros de esa elite funcionarial compuesta por los directores generales, los directores generales adjuntos y los directores. Su gran poder se deriva, entre otros factores, de su permanencia en los puestos, turnándose en los mismos, y del hecho de estar «desenfilados», ya que en pocas ocasiones responden ante medios de comunicación y el Parlamento Europeo. Daniel Calleja es vivo ejemplo de ello: entre febrero de 2012 y agosto de 2015 fue director general de Mercado Interior; hace cinco años pasó a ocuparse de la Dirección General de Medio Ambiente y ahora asume la jefatura de los Servicios Jurídicos, lo que no está mal, aunque ha fracasado en su intento de hacerse con la Secretaría General de la Comisión Europea. Su sueldo es cercano a los 20.000 euros al mes. Desde el punto de vista de los agricultores y ganaderos españoles su herencia no puede ser peor. Hace poco más de un mes presentó la llamada Estrategia Biodiversidad Horizonte 2030, en la que se establecen una serie de objetivos para esa fecha, que suponen un incremento de las obligaciones y exigencias medioambientales para los que se dedican a la actividad agraria. Por ejemplo, deberán destinar el 25% de la superficie a la agricultura ecológica o al incremento de las bandas tampón, lo que supondrá una reducción de la superficie cultivable. Las organizaciones agrarias han rechazado de plano estas medidas. Los ganaderos le recordarán por haberse puesto de perfil, algo habitual en él, y no haber solucionado los problemas provocados por el lobo. En resumen: una herencia nefasta.