Opinión

¿Planteamos hoy, adecuadamente, el futuro de nuestros nietos?

Conviene que una muestra más del papel notable que ha pasado a desempeñar para España la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras, sita en Barcelona, es el de indicar científicamente la necesidad de prepararnos ante una radical reestructuración de nuestra economía industrial que depende, de modo obligado, de aquello que el profesor Metzeltin ha expuesto en un acto, en el que participaban en torno al tema de las migraciones un destacado grupo de científicos de 11 países. Mostró cómo, en relación con la evolución demográfica, y, por tanto, con la evolución de la población activa y ritmos crecientes en diversos aspectos de la misma, se provocan alteraciones extraordinarias en la estructuración sociopolítica del mundo, sin excepción posible, generando alteraciones profundísimas en lo que se refiere a todo tipo de actividades productivas. Si se abandona la observación de estas novedades, dejará forzosamente de conocerse el panorama migratorio. Para que comprendamos y aceptemos las novedades que se alzan ante nosotros, relacionadas con los movimientos de población en el mundo, es orientativa la aportación del profesor Gil Aluja en esa reunión. Se tituló «Un ensayo para la solución del problema migratorio a través de la Inteligencia Artificial». Concretamente, para resolver el problema de la crisis de refugiados, porque el algoritmo que resuelve el problema básico de ese fenómeno es tener en cuenta que «los criterios que se adoptan para describir cómo son los migrantes y cómo se desea que fueran por parte de los receptores de la inmigración, son consecuencia de la amplitud de las corrientes migratorias actuales y presumiblemente futuras; las asignaciones, en principio, no pueden ser realizadas individualmente, sino en casos particulares, lo que genera que la masificación migratoria, al ser tan numerosa, convierte en imprescindible la agrupación homogénea… Y de ahí que surja la necesidad de formar grupos homogéneos. Se impone, entonces, añadir a las fases del procedimiento de asignación, otras fases relativas a la agrupación homogénea de inmigrantes».
Da la impresión de que ha sido muy oportuno que esta reunión se haya verificado precisamente en Barcelona, porque, por un lado, en torno a esa gran ciudad, cabeza de uno de los distritos industriales más importantes de España, a partir de 1919, como consecuencia de las migraciones previas sucedidas hacia ese lugar y de la crisis iniciada precisamente en esa fecha, se generó una explosión social altísima. Es lo que se encuentra detrás de las aportaciones de Vandellós el autor de «Catalunya,poble decadent» y «L´inmigració a Catalunya», ambas aportaciones publicadas a través del Institut d´Investigacions Economiques en 1935.
Por supuesto, todo esto se encuentra ligado a otros cambios. En la mencionada reunión, el catedrático Enrique López González enlazó este problema con las consecuencias del cambio climático. Por supuesto que todo esto es objeto de polémicas muy interesantes. Yo considero que las pistas que ofrece el profesor Jaime Terceiro en «Economía del cambio climático» (2008) son, todavía, de consulta obligada. Pero el impacto en ciertas regiones del planeta también genera realidades que, al vincularse con otras nuevas, como las demográficas, afectan al conjunto y movimientos de estas.
Pero además, nos encontramos con una «revolución industrial» nueva, y por ello, hay que tener en cuenta en esa reunión las palabras del profesor Janus Kacprzyk que plantean otro problema de sumo interés y que mucho tiene que preocupar a España. Y ello se deriva de este mensaje lanzado por ese especialista en Inteligencia Artificial (AI) que, desde luego y muy concretamente para España hay que admitir, porque la AI va a constituir la base de la economía para los siglos venideros. Pero para poder actuar competitivamente, –y el futuro de España depende esencialmente de mantener esa competitividad iniciada en 1959, y que se consolidó en 1985–, es obligado disponer de multitud de personas con las más altas capacidades intelectuales, preparadas en Universidades y Escuelas Especializadas de muy alto nivel internacional. Pero eso ocasiona que, simultáneamente, todos los países importantes se sientan necesitados por esas personas, porque precisamente constituyen la base de su desarrollo. Como consecuencia, surge otro componente favorable, por ejemplo, para los Estados Unidos, que seguramente acabará teniendo la competencia de algún otro, para la atracción de ese componente humano, pudiendo organizar algo semejante a una descapitalización de personas de alto nivel, de países como puede ocurrir para España.
Se han recogido aquí varios colosales y serios problemas. Uno de ellos es el del movimiento migratorio; otro el del cambio climático, y otro es el de la reestructuración industrial. Si se abandonan nos encontraríamos en 2020 como sucedió en 1808, cuando el contubernio de Godoy, Carlos IV, Fernando VII y sus partidarios ignoró el problema de que existían enormes novedades; surgió entonces sólo preocupación por el futuro personal. ¿Nos encontramos, con una situación paralela? ¿No se debe reaccionar radicalmente, pensando en que ahora se establece gran parte de la realidad que rodeará a nuestros nietos y sus sucesores?