Opinión

La vacuna Europa

Menos mal que ahí está Europa como estamento superior para prestarnos dinero y mandar un poco en este patio desordenado. Una vez más en la Historia, nos salvará ser europeos. Y pensar que había quien quería abandonar la Unión.

Los movimientos contra Europa y contra las vacunas son dos de los movimientos que muestran hasta qué punto podemos ser mentecatos los seres humanos. Nos ponemos estupendos clamando en teoría contra esto y contra lo otro, solo porque hemos reunido cuatro informaciones superficiales y siete titulares de prensa y cuando llegan de verdad las crisis, con todo su realismo y su crudeza, nos desdecimos rápidamente de todo los que pedíamos y suspiramos desesperados por la vacuna del Covid y por la ayuda económica europea.

¿No habría un científico que tuviera a bien diseñar una vacuna combinada que nos curara definitivamente de tanta tontería? Es decir, una vacuna contra la estupidez que nos permitiera acabar con algunas de las enfermedades que casi están erradicadas y que solo se resisten porque hay gente que cree, sin ninguna evidencia científica, que las vacunas son malas. Y de paso que nos convenciera de la salvación que supone ser europeos y arrinconáramos de una vez la política caciquil de los particularismos territoriales, archivándola de una vez en el desván junto a aquellos artefactos políticos obsoletos que son la monarquía absoluta, el señor feudal y la guillotina como accesorio radical de peinado.

No digo que los particularismos territoriales deban desaparecer, sino que su articulación política debe evolucionar y modernizarse para adaptarse a los tiempos y ser operativos. Al igual que la monarquía absoluta fue capaz de abandonar el absolutismo y evolucionar a la monarquía democrática, el particularismo regional debería abandonar de una vez el supremacismo xenofóbico y defender su supuesta especificidad a través del igualitarismo y no del privilegio antañón. Europa es lo que pide. Y ya saben que al final siempre nos salva ser europeos; del mismo modo que, en todas las regiones con sus particularismos, lo que al final siempre nos salva (la cartera y los derechos) es precisamente la simple y cómoda circunstancia de ser españoles.