Opinión

Los héroes olvidados

El 22 de julio de 1921, dio inicio la retirada del ejército español tras el desastre de Annual. No fue la peor catástrofe militar de la Historia colonial, como se escribe a menudo, pero sí una de ellas. Una semana después, las tropas, acosadas por los moros, llegaron a Monte Arruit, apenas a unos kilómetros de Melilla. zDurante los doce días siguientes, algo más de tres mil soldados españoles sufrieron un asedio que sólo puede ser calificado como infernal. Mientras rechazaban un asalto tras otro de la morisma, mientras sufrían bajas cada vez que los combatientes intentaban llevar a cabo aguadas, mientras aumentaban los heridos sin medios para atenderlos, las tropas intentaron acostumbrarse a beber orines –a veces con azúcar– o tinta para intentar calmar una sed abrasadora. Al final, sin armas, sin municiones, sin agua, sin alimentos, el general Navarro, autorizado por sus superiores, parlamentó con los moros. El 9 de agosto, los héroes españoles debían salir de la posición libres para llegar escoltados a Melilla. El general, herido en una pierna, fue llevado junto a algunos oficiales a un edificio y, acto seguido, los rifeños cayeron sobre los prisioneros asesinándolos de la manera más vil y cobarde. No sólo habían faltado a la palabra dada sino que además se revelaron como criminales, traidores y saqueadores. Navarro y pocos más fueron conducidos a Axdir, la guarida de Abd el Krim. En los días siguientes, allí se reunirían unos quinientos prisioneros españoles. Sufrirían un cautiverio de año y medio del que sólo sobrevivieron unos trescientos. En Arruit, habían quedado más de doscientos mil seiscientos cadáveres españoles. Seguirían insepultos durante dos meses, hasta que el ejército español recuperó la posición. Aún transcurrirían años antes de que reposaran en el panteón de los héroes del cementerio de Melilla. Con ese destino –resistir el asedio, perder la batalla y ser asesinados por los vencedores– de ser americanos su gesta habría sido conocida universalmente como sucede con El Alamo. Lo mismo habría sucedido de ser alemanes como los de Stalingrado, rusos como los de Brest-Litovsk o ingleses como los de Isandlwana. Así sería porque los héroes no se discuten sino que se honran por encima de bandos y de causas. En España, estos días son olvidados y gracias que no salga alguien de Podemos celebrando el triunfo de Abd el Krim de paso que pide el final de la monarquía.