Opinión

Millonarios con Warren

Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas, no ha tenido últimamente todas las alegrías. De ahí que celebre que lo hayan apoyado algunos privilegiados. Ya se sabe lo que pregona la famosa cita del evangelio de la izquierda: más alegría hay en el reino progresista por un rico que alabe los impuestos que por cien pobres forzados a pagarlos.

Por eso, nada entusiasma más a los socialistas de todos los partidos que encontrar a un millonario que quiera pagar más a Hacienda. Les parece que ese millonario es la prueba de que el socialismo es la verdad, la justicia y el progreso. ¡Aleluya! Claman, regocijados, los sacerdotes del progresismo: hasta los ricos quieren pagar impuestos, y añaden: ergo, tenemos razón en subirles los impuestos.

Como siempre, es mentira, pero es interesante. Del lado de los propios millonarios amigos del fisco, que suelen ser pocos, gracias a Dios, se fundan en varios errores, empezando por el más clásico, a saber, creer que es la ayuda de los ricos lo que saca a los pobres de la pobreza, y no, como sucede en la realidad, el trabajo de los propios pobres. Se llaman a sí mismos «Millonarios por la humanidad», pero poca atención prestan a la humanidad en sus torpes análisis, y en sus cifras falsas que, como hace el poder, intentan brindar un retrato catastrófico para justifica la coerción fiscal. Dicen, por ejemplo, «ya hay casi mil millones de niños sin escolarizar», lo que está lejos de ser cierto.

Y mientras políticos y medios de comunicación se felicitan porque «los ricos quieren arrimar el hombro», ignorando que de la pobreza se sale cooperando en el mercado, y no con ayudas y subsidios, los ricos ignoran a los verdaderos protagonistas de la fiscalidad.

Este es el punto crucial, y por eso le han dado una gran alegría a Warren. En efecto, han ignorado totalmente que los Estados no pueden financiarse quitándole el dinero a los ricos. Su tamaño es tan gigantesco que no puede hacer otra cosa que lo que hace: crujir a impuestos a millones de trabajadoras. El camelo de los ricos le sirve a Warren Sánchez para ocultar el saqueo al pueblo llano.