Coronavirus

Un poquito de atención, por favor

No está muy claro, entonces, cómo vamos a hacer para llamar la atención de alguien que queremos que nos escuche

Ustedes, ¿qué clase de persona son?

No me refiero si son bondadosos o egoístas, despistados o atentos, guapos como yo o del montón. Me refiero a si son de lo que cuando dan besos para saludar a otra persona, dan besos de verdad o son de los que dicen muak, muak al aire.

Saludar siempre ha sido complicado y con el coronavirus mucho más. Antes, ya teníamos la duda de si dar la mano o los dos besos en la mejilla y anda que no he hecho el tonto lanzándome a saludar en la cara a quien sólo te quiere dar la mano. Porque que te hagan la cobra un viernes por la noche puede ser hasta gracioso, pero que te la hagan un lunes por la mañana en una reunión de trabajo...

Ahora, encima, no sabes muy bien qué va a pasar cuando ves a un conocido. Aún hay quien te dice «qué no pasa nada», y te aprieta la mano fuerte, por si algún virus aún no ha cruzado a tu piel. Luego, durante un rato, vas con la mano colgando, como si no fuera tuya, sin tocar nada, justo, por cierto, en el momento en el que te pica tanto, tanto la nariz.

Con el coronavirus, por lo menos, habíamos conseguido dar alguna utilidad a los codos. Además de para poner coderas en nuestros antiguos chándales, resulta que servían para saludarse y eso simplificaba un montón el complicado asunto del saludo. Pero ahora la Organización Mundial de la Salud ha decidido que tampoco es conveniente saludarse de ese modo porque no respeta la distancia de seguridad.

No está muy claro, entonces, cómo vamos a hacer para llamar la atención de alguien que queremos que nos escuche.

O que nos lea.

Hay tantas cosas que nos despistan, tantas distracciones, que conseguir interaccionar con otra persona, lograr su atención entre tuits, whatsapp o fotos de instagram es un pelea emocionante y complicadísima.

Ahora que se está disputando el Tour de Francia, hay una cuenta en Twitter que se llama el helicóptero del Tour: cada etapa pone tres o cuatro mensajes. Todos iguales: «TOCOTOCOTOCOTOCOTOCOTOCOTOCOT». Todos los días, todos los tuits. Y tiene 2.891 seguidores.

Sin embargo, aquí seguimos, escribiendo en un periódico.

Me podría poner heroico y seguir contando que lo hacemos contra viento, marea y todo el ruido de estos tiempos (o ponerme sincero y reconocer que a parte de leer y escribir, ¿qué otra cosa sé hacer?).

Un periódico, es fin, es un milagro. Es lograr que la atención dure algo más que un rato. Es lo único que le pedimos, lector, aunque sea de esos que dice muak, muak en vez de dar besos.

Esta vez, no se lo tendremos en cuenta.