Opinión

Actitudes chulescas

He de reconocer que soy cascarrabias de natural, pero hay días en que parece que todo va a cambiar y el semblante se me dulcifica. Esto me ocurría la mañana en que el TSJM anulaba la decisión del gobierno de mantener Madrid, mi Madrid, nuestro Madrid cerrado a cal y canto, como medida eficacísima ideada, imagino, por nuestro eminente ministro de sanidad, quien, con sus cejas de dolorosa, expresa sus genialidades para, al día siguiente, desdecirlas. Pero he aquí que al doctor Sánchez nadie le toca las meninges –ni siquiera todo un Tribunal Superior de Justicia-, y tirando de decreto Ley el viernes ha vuelto a confinarnos a los sufridos madrileños, dejándonos compuestos y sin puente. A muchos nos importa poco porque demasiada suerte tenemos de vivir en esta ciudad y no sentimos la necesidad imperiosa de movernos cuando se nos presenta un día extra de vacación; pero a otros sí por motivos de estrés, por motivos psicológicos y hasta por razones familiares: visitar a las parientes que viven en provincias es costumbre muy sana para mantener los lazos afectivos y evitar el desarraigo. Pero la sanidad española no tiene en cuenta los problemas de salud mental que llegan a derivarse a causa del Covid, cosa que sí hace Alemania, por ejemplo, quien se está preocupando tanto de esta asunto como del propio virus. En nuestro país las asociaciones de prevención del suicidio aseguran que existe un incremento muy notorio de llamadas en petición de auxilio, de la misma forma que también lo constatan organismos como Alcohólicos anónimos. Esto último nos lo tomamos a chirigota y hasta nos hace gracia, pero es muy cierto que el consumo de alcohol ha aumentado sensiblemente desde que comenzó todo este merengue, y mucho más cuando estuvimos confinados, ya que beber en familia y con los amigos por face time era una de las formas más lúdicas de mantener una vida parecida a la que cada cual hace cuando se va a tomar unas cañitas.

Pero sigamos. Alemania –otra vez Alemania-, impone tests a sus viajeros, limitando los viajes a las zonas del país con más riesgo, y quien provenga de una de éstas deberá presentar una prueba negativa. ¿Qué medidas hay en España que se parezcan a ésta, aunque solo sea de lejos? Ninguna. Me pregunto dónde está la Real Academia de Medicina, con todos sus doctos miembros, que son quienes deberían estar manejando esta crisis sanitaria y no los indocumentados de un gobierno que sólo se centra en fastidiar a Madrid intentando una moción de censura para desbancar al PP de la Puerta del Sol. Si los académicos de la Lengua se dedican a limpiar, brillar y dar esplendor al idioma, en buena lógica los más sobresalientes de la de Medicina deberían ocuparse de una pandemia donde la política sobra. Por cierto, y entre paréntesis, me congratulo de que las Reales Academias hayan renovado esta semana sus votos con el Rey “con el propósito de favorecer un largo y glorioso reinado” en el acto que presidió en estos días con motivo de la apertura del curso académico. Ya iba siendo hora de que se pronunciasen, que por algo llevan el antetítulo de “Reales”.

Por lo demás ando un poco perpleja con la decisión del Gobierno balear de suspender las celebraciones de Navidad. Es poner un parche precipitado a un grano que está por ver si se infecta. También me produce un poco de angustia el hecho de que Enrique Ponce esté en la tarea de grabar un disco, no sé, me levanta un poco la piel de gallina y con todo el respeto me permito sugerirle algo así como “matador a tus estoques”, y deja las cancioncillas para ocasiones íntimas. Mírate en el espejo de Jesulín.