Opinión

Táctica

En política, una buena estrategia para acabar con el contrincante es utilizar un principio taoísta fundamental para quienes practican artes marciales: usar la fuerza del contrario para acabar con él. Que si el enemigo levanta el puño, se golpee a sí mismo. Destrozándose las gónadas, verbigracia. La táctica es un sueño para cualquiera que desee derrotar al oponente. No resulta tan sencilla como parece. Si lo fuera, a estas alturas en España no quedaría nadie en pie (que fuese mayor de seis años).
Cuando uno se cae, intenta pedir socorro o bien procura que alguien lo sujete por otro lado que no sean exactamente los perendengues, o cosas tales y cuales. Cuando tú te estás cayendo al abismo y es justamente el enemigo quien te salva a la vez que te agarra por tus partes, evitará que te caigas, desde luego, pero el dolor que te producirá que te eche una mano a salva sea la parte, será enorme, y correrás el riesgo de quedarte sin, al menos, una pequeña parte de tus partes.
¿Cómo puedes tú usar la estrategia taoísta de aprovechar la fuerza del contrario para que se derrote a sí mismo cuando éste tiene todas sus fuerzas concentradas en tus piezas pudendas…? Se puede. No es fácil, pero sí posible: probando a acabar a la vez con dos enemigos, en vez de uno.
En estos tiempos tan oscuros que vivimos, los políticos no suelen tener un solo enemigo, sino varios. Así, vemos cómo los más avisados (y avispados), dejan que el enemigo número 2 les aferre sus secciones truhanas mientras consiguen que esa alianza tan precaria espante al enemigo número 1 que, asustado por la extraña coalición, se golpeará a sí mismo creyendo que puede de esta manera debilitarla. Resultado: gran dolor para el que soporta al enemigo 2 colgando de su propia… flaqueza, pero el número 1 se desactivará él solito. Es cuestión de deshacerse de los rivales por orden de prioridad. Primero el 1, luego el 2… (Y para otros detalles ilustrativos, véase la última Moción de Censura).