Opinión
Ofuscación
El miedo o la ofuscación de gobernantes (por decir algo) europeos a ser acusados en tribunales internacionales (los nacionales no son problema) como enterradores por no haber hecho nada frente al coronavirus, quizás los haya llevado a tomar decisiones, imitándose unos a otros, ineficaces o brutales, como confinamientos, toques de queda, el cierre de la economía… El resultado es catastrófico: no se ha acabado con la enfermedad pero se ha destruido la economía. ¿Porqué la pandemia les parece una amenaza, mientras que la pobreza no? Resulta indiscutible: la enfermedad es inevitable. La devastación de la economía, no. Esto último es una opción: se puede tomar la decisión de arruinar la economía, o de cuidarla.
El dilema es: evitar lo que verdaderamente se puede impedir (la ruina económica, no rompiendo la cadena de producción), o tratar de rehuir lo que se ha demostrado ineludible (la enfermedad). Lo lógico hubiera sido –como han hecho algunos países– concentrarse en salvar lo que se puede (el sistema productivo, la economía, la educación, la vida en general…), y luchar con todas las fuerzas contra la enfermedad, dando por hecho que creará un destrozo imposible de evitar, pero minimizándolo concentrando los máximos recursos en la sanidad, reforzándola, apuntalando el sistema, estimulando la responsabilidad colectiva e individual… Nada de esto se ha hecho. Algunos gobernantes se escudan en el terror a la muerte (inmediato) que provoca una enfermedad, al ser más visible que la muerte que promueve la paralización de la actividad económica. Se puede estar produciendo más mortandad con el cierre de la economía que con la pandemia. ¿Cuántas personas están muriendo –no de Covid-19– porque no se atreven a ir a un hospital?, ¿cuántas han perdido el trabajo y la miseria las enfermará, destrozando su salubridad física y mental, sus vidas…? El dilema entre salud y economía es la gran mentira de estos tiempos hipócritas y gazmoños. Incluso quienes hacen ideología del desprecio a lo económico (como los neocomunistas) son «materialistas» históricos. O eso se supone, también para quienes no han leído a Marx.
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