Opinión

La expropiación de los Franco

La decisión judicial en primera instancia sobre la propiedad del Pazo de Meirás es asombrosa

No contentos con expropiar a la familia Franco el cadáver del abuelo, algo que jurídicamente es bastante excéntrico e irregular, ahora sigue el proceso con el icónico pazo de Meirás. En cualquier momento les prohíben utilizar el apellido. Por supuesto, en obsesión de venganza y de reescribir la historia se procederá a un borrado masivo hasta llegar a un canon de la «verdad» que la izquierda quiere imponer del periodo que transcurre desde 1931 a 1975. No llegan a lo que querría la izquierda radical y borrar la Transición, pero será una segunda etapa. En la Revolución Francesa o Rusa optaron por asaltar los palacios, casas, fincas, joyas y todo tipo de bienes muebles e inmuebles. No afectó solo a la nobleza, en contra de lo que algunos creen, sino también a la burguesía y finalmente hasta de los campesinos se quedaron sin sus escasas propiedades. Lo hicieron los bolcheviques en Rusia mientras que en Francia asesinaron a más de 200.000 católicos, solo en la guerra de La Vendée, robándoles todo lo que pudieron. Los revolucionarios no tienen límites en su criminal actuación.

Es verdad que alguien puede pensar que es una exageración de escribir sobre esto en el siglo XXI, pero en realidad son simples acontecimientos históricos, y que nada tiene que ver con la realidad. Me limito a mostrar hasta dónde puede llegar la izquierda en su revanchismo irracional. La decisión judicial en primera instancia sobre la propiedad del Pazo de Meirás es asombrosa, así como este moderno concepto de incautación judicial decidido a partir de una sentencia que no es firme. La presión social y política hace que esa donación de Pedro Barrie de la Maza y aquellos que decidieron aportar su dinero se convierta en un regalo a un jefe de un Estado reconocido internacionalmente y que formaba parte de la ONU. Por tanto, no es de los Franco sino de la izquierda. Es verdad que a los detractores de ese periodo les gustan más las dictaduras comunistas o los regímenes autoritarios como el de Maduro en Venezuela. El problema es que la Historia no se puede cambiar. He dicho muchas veces que es un debate en el que me siento cómodo, porque mi familia no se benefició, directa o indirectamente, con el régimen de Franco. Muchos de estos dirigentes de la izquierda, incluidos algunos comunistas y antisistema, no pueden decir lo mismo. Ni mi padre ni mis abuelos eran funcionarios de la dictadura.