
Quisicosas
La misteriosa clave
Los cardenales forman un mosaico polícromo, desde el africano Sarah al filipino Tagle, pasando por el italiano Parolin, los hay de todos los colores, pero es curioso que los requisitos más preciados no estriban en las rivalidades
Tres de tres es una marca excelente, incluso a los chinos. Juan Pablo II, Benedicto XVI, Francisco, tres primeros espadas, hombres íntegros, inteligentes, líderes espirituales que han dado la vida por el bien del mundo. Si añadimos la memoria de nuestros padres, podemos ampliar el podio a cinco, con Pablo VI y Juan XXIII ¿alguien da más en los gobiernos del mundo? Piense cualquiera en cinco presidentes recientes de cualquier país, ninguno alcanza el nivel. Conviene preguntarse por qué.
Estos días en que una anduvo despidiéndose de los cardenales amigos que entraban en el cónclave caía en la cuenta del aire festivo que los envolvía. No iban cabizbajos ni ceñudos, pese a la responsabilidad enorme. Ya conté aquí que Juan José Omella, al que califican por su influencia de «hacedor de papas», se ha procurado un saquito de frutos secos para garantizarse omega tres y no depender de «pastelitos, dulces y otras cosas insanas que te sirven ahí dentro y sólo engordan». José Cobo lleva gominolas, que lo ayudan a concentrarse, como nos ocurre a muchos de 1965. Todos piden que se rece por ellos. Ricardo Blázquez no va, por razones de edad, pero sí ha asistido sorprendido a las congregaciones, porque cardenales de Asia, África o América no soslayaban los problemas tremendos –hambrunas, guerras, persecuciones– pero «primaba la esperanza en las intervenciones».
¿Dónde ocurre algo así? Los cardenales no acuden determinados a defender un bando a capa y espada. Tienen sus candidatos, naturalmente, pero la estructura del acto inclina al consenso, esa palabra desusada desde la Transición. Básicamente, desde la primera votación se van perfilando los líderes y «aunque uno haya elegido su favorito, si éste carece de apoyo, cambiamos a otro que también nos guste y figure entre los más votados» me comunicaban. No saldrán del hermético lugar hasta que alcancen acuerdo de dos tercios, 89 votos de 133 votantes, así que enconar las diferencias carece de sentido.
Los cardenales forman un mosaico polícromo, desde el africano Sarah al filipino Tagle, pasando por el italiano Parolin, los hay de todos los colores, pero es curioso que los requisitos más preciados no estriban en las rivalidades. Son el amor a Jesús, la santidad personal, la profundidad espiritual, la preocupación por los demás y el deseo de evangelizar, de contar al mundo entero que el cristianismo es una esperanza. Cada Papa pone después su nota personal. No es lo mismo un polaco preocupado en los 80 por el Telón de Acero, que un alemán involucrado en la disputa doctrinal o un americano que ha trabajado en escenarios de vergonzosa pobreza. Todos sin embargo pueden ser benéficos cuando los intereses son orillados y se piensa con corazón sincero en los demás.
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