Opinión
Reestructuraciones bancarias
El Banco Santander ha anunciado que piensa ejecutar un ERE sobre aproximadamente el 15% de su plantilla: unos 4.000 trabajadores. También ha explicitado que prescindirá del 30% de su red de oficinas, esto es, unas 1.000 sucursales. Dicho de otro modo, los servicios presenciales que ofrecerá el Santander van a reducirse muy sustancialmente durante los próximos años. Y no pensemos que será el único banco que seguirá por esa senda: la fusión entre Bankia y CaixaBank también engendrará un profundo proceso de reestructuración de plantilla y sucursales (de hecho, estas dos entidades son las que cuentan con una mayor red de oficinas y de personal); y otros bancos ejecutarán esa misma estrategia con o sin fusiones de por medio (ayer mismo conocimos que el BBVA y el Sabadell están estudiando una fusión cuyo propósito, claro está, también será adelgazar la estructura de la entidad resultante). Y es que, desde hace ya varios años, las nuevas tecnologías van a modificar muy significativamente el modelo de negocio bancario: los bancos sólo son intermediarios financieros que ponen en contacto a prestamistas y prestatarios (piden prestado a los ahorradores con el propósito de poder prestar a los inversores) y que, en el proceso de hacerlo, generan medios de intercambio para esos prestamistas. De manera simultánea, proporcionan liquidez a unos y financiación a otros. Pero para poder desarrollar semejante actividad no es necesario contar con ningún hipertrofiada estructura presencial: el banco podría desarrollar su tarea completamente online, sin una sola oficina y sin un solo trabajador dedicado a la interlocución con el cliente minorista. La banca exclusivamente online es una actividad perfectamente viable para cualquier servicio que hoy ofrezca el banco salvo para uno: la retirada de efectivo (un medio de pago que, dicho sea de paso, los propios gobiernos están crecientemente interesados en desincentivar); de manera que no tiene ningún sentido mantener estructuras de costes que no generan valor alguno. Ya no porque vayan a resentirse los beneficios de las entidades financieras, sino porque esos menores costes operativos deberían poder trasladarse en forma de menores tarifas para los clientes (si no sucediera así, es que hay una insuficiente competencia dentro del sector que debería remediarse con mayor libertad de entrada). Todas estas tendencias ya se venían produciendo en el sector financiero desde hacía años dado que las nuevas tecnologías habían vuelto obsoletos los modelos de negocio tradicionales, pero la pandemia ha acelerado la transformación. Conforme más y más personas han tenido que experimentar, por la fuerza de la necesidad del confinamiento, con la banca online, menos clientes van a querer regresar a las oficinas en el futuro y, por tanto, más rapidez deberán imprimir los bancos en la transición de sus modelo de negocio. Lo que cabe esperar durante los próximos años es, por consiguiente, muchas más reestructuraciones bancarias: no por las pérdidas ocasionadas por la pandemia, sino por los cambios que ha acelerado la pandemia.
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