Opinión
Insultos
No sabemos qué gramaticales cráneos privilegiados idearon que, para insultar al gobierno, haya que tacharlo de «socialcomunista». El afán contractivo humillador hace que le regalen lo «social» a los comunistas, y quienes así califiquen se queden tan pichis. En vez de «socialista-comunista», que es lo que en realidad desean referir, nominan con el añadido «social» al comunismo, de manera que parece que, excepto comunistas y socialistas, nadie tiene preocupación por «lo social», que quedaría como patrimonio exclusivo de la izquierda más a la izquierda. Como táctica de descrédito del adversario, es posible asegurar que no pasará a estudiarse en los manuales de comunicación política. Sí, resulta increíble, pero hay quien acusa de un darwinismo social brutal a los mismos que dicen que nadie se quedará atrás (casi todos nos hemos quedado atrás), y para denigrarlos los tachan de «socialcomunistas». Toma. Al regalarle al contrario lo «social» le hacen un gran favor, porque lo nombran propietario de la única bandera que hoy se despliega con la seguridad de que será aplaudida por la mayoría, le ceden una causa unánime de éxito –falsamente altruista, pero da igual– que derriba argumentos, barreras y muros, desde el de Berlín hasta el de Trump. Lo social. Quienes combaten a la izquierda no han dudado, pues, en obsequiarle esa propiedad exclusiva de «lo social», en un mundo que solo acepta «lo social» como excusa para cualquier acción política, sea benéfica o una flagrante tropelía. Nadie que quiera insultar a otro, para hacerle daño en su reputación y credibilidad, lo llamaría «buena persona, excelente gestor, ser de luz, inteligencia preclara…», sin embargo, en España, en un momento en que estamos viendo cosas que nunca hubiésemos creído, los insultos son halagos, igual que la violencia es el nuevo amor y la prosperidad un crimen… Qué tiempos. Pero en verdad lo social es lo que tiene que ver con la sociedad humana y su beneficio, de modo que la torpeza del calificativo «social-comunista» es colosal. ¿Se puede combatir a alguien acusándolo de «acaparar la preocupación por favorecer a la sociedad»? Pues, según parece, aquí se intenta al menos… Y así vamos.
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