Opinión
Descontrol
Aunque, desde el punto de vista de la crónica rosa política, la noticia más importante del pasado martes fue que Pedro Sánchez excluyó inicialmente a Pablo Iglesias de la comisión de control de los fondos europeos para, después de la sonada queja de éste, meterlo dentro del organismo, lo verdaderamente relevante no fue semejante vodevil intragubernamental, sino lo que puso de manifiesto. A saber: primero, que el órgano encargado de gestionar en última instancia los hasta 140.000 millones de euros que podemos recibir de Europa –el dinero que supuestamente nos va a sacar de la crisis y que va a definir la España de las próximas décadas– es un órgano improvisado, que no tiene una estructura predefinida sino que se va ajustando sobre la marcha según van apareciendo fuegos que la coalición necesita apagar; segundo, que ese órgano es esencialmente un órgano político y politizado, donde los técnicos brillan por su ausencia y donde, por tanto, los más altos dirigentes de PSOE y de Podemos podrán decidir sin ningún tipo de supervisión el destino de decenas de miles de millones de euros. Aparte del más que evidente problema de cómo una reducida camarilla de personas puede estar realmente capacitada para evaluar el uso eficiente de semejante cantidad de recursos, existe otra dificultad no menos importante: ¿de verdad nuestros gobernantes van a querer utilizar ese dinero de un modo eficiente o por el contrario buscarán destinarlo a incrementar la extensión y la intensidad de sus redes clientelares de cara a los próximos comicios electorales? Los controles al poder ejecutivo deberían existir justamente para eso: para evitar los abusos de poder en los muy distintos órdenes en los que éstos puedan producirse. También el abuso de poder en el despilfarro interesado del dinero público. Pero lo que va a faltar en este caso tales controles al gobierno, quien poseerá la última palabra en la distribución de esos fondos. Por eso Sánchez quiso manejar el botín europeo en exclusiva y por eso Iglesias exigió su parte: no porque deseen destinarlo a mejorar la calidad de vida de los españoles, sino porque aspiran a repartirse las ayudas comunitarias a su propia conveniencia. El descontrol de la sociedad sobre el gobierno es el control de la sociedad por parte del gobierno.
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