Opinión

Venezuela no es una democracia

En apariencia debería resultar incomprensible que el chavismo, responsable de la completa destrucción de la economía venezolana (recordemos que la renta per cápita del país se ha hundido un 75% desde el año 2013), haya vuelto a ganar las elecciones con un apoyo tan abrumador de la población (67% de todos los votos emitidos). Sin embargo, lo que podría parecer incomprensible a simple vista empieza a entenderse mucho mejor cuando tenemos en cuenta tres factores. Primero, la gran mayoría de los partidos opositores instaron a la abstención para rechazar los fraudulentos comicios y la abstención ha sido la auténtica ganadora de estas elecciones: el 70% del censo electoral no acudió a las urnas, de modo que el Gran Polo Patriótico de Maduro sólo recabó en realidad el 21% de los votos potenciales (67% del 30% de voto emitidos). Segundo, la población —y el censo electoral— de Venezuela se ha reducido sustancialmente durante los últimos años debido a que unos cinco millones de personas —en su mayoría anti-chavistas— han abandonado el país, de forma que poco a poco sólo los partidarios del régimen van quedando dentro de las fronteras venezolanas. Y tercero, las elecciones en Venezuela hace mucho tiempo que no son limpias: recordemos que después de la arrolladora victoria de la oposición en las elecciones de 2015 (cuando llegaron a concentrar 2/3 de la Asamblea), Maduro tuvo que dar un golpe creando una Asamblea Constituyente que vaciara de funciones a la Asamblea Nacional y en las elecciones de 2017 para esa Asamblea Constituyente el chavismo ya empleó una serie de arteras prácticas para ganar: entre otras, alteró el censo electoral en su favor, manipuló las actas de la mesa y configuró las circunscripciones electorales para maximizar las probabilidades de elección de sus diputados. Los resultados no fueron limpios entonces y no volverán a serlo mientras no se restablezca una auténtica democracia —con separación de poderes y supervisión de los comicios— en el país. En estas circunstancias, resulta del todo bochornoso que un ex presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, esté actuando como lobista del chavismo dentro de la Unión Europea para intentar conseguir que las instituciones comunitarias reconozcan como democracia lo que no es más que una dictadura camuflada de democracia. Caretas fuera.