Opinión

Justicia: la última frontera

Para Casado, bloquear la renovación del CGPJ es la única demostración de fuerza que le queda

James Madison, cuarto presidente de Estados Unidos, partícipe en la elaboración de la Constitución americana y uno los padres fundadores del país, dejó escrito que «la acumulación de todos los poderes –legislativo, ejecutivo y judicial– en las mismas manos; ya sean las de uno, pocos o muchos; sea ese poder hereditario, autoproclamado o electivo; puede ser considerado como la definición de la tiranía». Madison hizo este razonamiento en su libro «The federalist», en 1787, hace más de 230 años. Y en todo ese tiempo, la realidad vivida en muchos países no ha hecho más que confirmar la veracidad de ese criterio.

España vive hoy un periodo de fuertes tensiones a propósito de uno de esos poderes, el único que en este momento no está bajo el control de esas «mismas manos» a las que se refería Madison: el Poder Judicial. Hace más de dos años que se debió proceder a la renovación de los vocales del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Es la última frontera que Pedro Sánchez no ha conseguido cruzar y se está impacientando. También es un puente de mando en el que Podemos aspira a instalarse, deseoso de tener margen de maniobra en la judicatura, ahora que hay casos de corrupción del PP pendientes de pasar por los tribunales, y varias causas abiertas que amenazan a dirigentes del partido morado y al partido como tal. El PP se aferra a este resorte de poder para impedir que lo controle el Gobierno de coalición y condiciona el acuerdo a que Podemos sea excluido de la ecuación. Pero sabe que tal cosa es casi imposible de asumir por Pedro Sánchez porque Pablo Iglesias no va a permitir que el presidente lo asuma.

Tiene razón el jefe del Gobierno cuando dice que la Constitución obliga a renovar el CGPJ. Y tiene razón Pablo Casado cuando se agarra a la norma según la cual el pacto se ha de alcanzar en el Parlamento. Es decir, entre partidos, no entre el Gobierno y la oposición. Un acuerdo del PSOE con el PP sumaría los escaños suficientes sin necesidad de ninguna otra fuerza política. Y, como consecuencia, sin necesidad de que intervenga Podemos, deseoso como está Iglesias de hacer lo que socialistas y populares llevan haciendo desde siempre: participar en el reparto de jueces.

El PP se ha quedado sin apenas herramientas de poder desde que once partidos de izquierda, extrema izquierda, regionalistas, nacionalistas e independentistas se han unido en una especie de Fort Apache –nombre que el vicepresidente eligió para uno de sus programas de televisión– en el que parapetarse para sostener al Gobierno durante la legislatura. Para Casado, bloquear la renovación del CGPJ o del Consejo de RTVE –otro objeto de deseo de Iglesias– es la única demostración de fuerza que le queda. Y ve que la táctica da réditos cuando Sánchez e Iglesias pierden los nervios y chocan con buena parte de los actuales vocales del CGPJ (incluso progresistas), y hasta con Bruselas, en su intento por teledirigir la Justicia al estilo húngaro-polaco. El proceso promete emociones fuertes.