Opinión
Aislados
Se denomina «tortura blanca» a la manera en que se aísla a algunos detenidos, acusados de haber cometido delitos. Las autoridades encargadas de la prisión o vigilancia pueden aplicar este tipo de castigo, considerado una tortura por motivos obvios. La privación sensorial y el aislamiento, según dicen los expertos en estas lides, logra que los detenidos sufran un grave deterioro de su identidad personal. Es cierto que los seres humanos somos lo que somos por contraste con nuestros semejantes. Si viviésemos incomunicados durante toda o gran parte de nuestra vida, perderíamos definitivamente nuestra adscripción a la especie.
La fascinación que obró, y continúa desprendiendo, la novela «Robinson Crusoe», de Daniel Defoe, publicada en 1719, deriva del morboso atractivo de su héroe, un náufrago que pasa veintiocho años en una isla deshabitada. Además de otras consideraciones interpretativas, la idea del hombre solo, enfrentado a los elementos por sus propios medios, rodeado del silencio atronador de la naturaleza y con la única compañía de una tribu caníbal –y de Viernes, víctima de la crueldad de esos sanguinarios vecinos–, posee una fascinación imperecedera. Porque la soledad no elegida es uno de los peores castigos a los que puede enfrentarse el ser humano. Eso es algo que han entendido bien todos los organismos de represión que en el mundo han sido, desde la Stasi, la central de inteligencia de la RDA, hasta el SEBIN, su homólogo venezolano (excepto en lo de «inteligencia»). Aún sabiendo que el aislamiento es una tortura brutal, durante esta triste pandemia que azota a (casi) todo el mundo, y en países que presumen de desarrollados como el nuestro, se ha practicado con los ancianos el aislamiento hasta extremos sorprendentes. Personas completamente vulnerables, más necesitadas que nunca de la compañía de sus familiares y seres queridos, han sido incomunicadas por distintas órdenes (municipales, autonómicas, nacionales, por la gerencia de los geriátricos…). Se les ha condenado como si fueran delincuentes. Han sido encerrados, apartados, aislados. Sufriendo, en muchos casos, un deterioro de salud física y mental… ¿peor que padecer el Covid-19? ¿Más malo aún que la misma muerte?
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