Opinión
Molino
El mundo ha perdido la inocencia. Aunque luce rebosante de inocentes. Pese a que la historia no ha llegado a su fin –pero «estamos trabajando en ello», como decía una política de infausto recuerdo que denominaba «trabajar» a lo que no era más que «enredar»–. Verbigracia, hoy, para conseguir riquezas, para hacer pasta a lo grande, se necesitan habilidades que no tienen que ver con el cociente intelectual, la sagacidad, la valentía, el emprendimiento, la intuición…, y ni siquiera con la cocina italiana. Para conquistar el poder, tampoco es preciso tener esas cualidades tan rancias que se ensalzaban antiguamente. El único requisito es pertenecer a una cuota, a una minoría cada vez más mayoritaria, ser la novia, la amante, el querido o el chulo de alguien importante, estar bien relacionado… En el franquismo sentenciaban: «Quien no tiene padrinos, no se bautiza». Hoy, en esta época anticlerical, diríamos: «Quien no tiene amigos poderosos en Facebook, no saborea el sustancioso colín de la mamandurria». Por cierto que, a Facebook, sus críticos en USA lo denominan Fakebook, que podría traducirse como «el libro falso». Lo «fake» es el signo de los tiempos. Para llegar a ser una de las personas más ricas del mundo no basta con lucir el mismo peinado que Mark Zuckerberg, aunque para convertirse en un político pujante, o una prepotente política, puede bastar con un buen currículum de peluquería. Pese a que el mundo ha perdido la inocencia, está más henchido que nunca de inocentes que no solo tragan bulos, sino bilis. Que votan a candidatos políticos que son delincuentes convictos y confesos que no desean el bien común, sino aforarse y «a forrarse». Inocentes que aceptan de buena gana ser representados por un lumpen congresual chillón, cabreado e infractor. Que oyen fascinados, aplaudiendo con más fuerza que coreanos del norte, a sus dirigentes, quienes les prometen que, pronto, las únicas urnas a las que tendrán acceso serán las cinerarias… ¡Oh, sí! Rebaños incontables de inocentes. De inocentes votantes que escuchan embobados a unos «líderes» que no dan ruedas de prensa, pero que ofrecen unas fenomenales ruedas de molino.
✕
Accede a tu cuenta para comentar